Rafael Nadal golpea de derecha durante su partido de ayer frente a Marcos Baghdatis.

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Miguel Luengo|MADRID
Madrid y los aficionados al tenis pueden respirar tranquilos, pero no por mucho tiempo, con la victoria de Rafael Nadal ante el chipriota Marcos Baghdatis que coloca al mallorquín en los octavos de final del Mutua Madrileña Masters, aunque de nuevo en el filo de la navaja, pues su próximo rival será el británico Andy Murray.

Nadal tuvo un comienzo dubitativo, lógico tras permanecer 42 días seguidos sin disputar un partido oficial, desde que el 5 de septiembre perdiera contra David Ferrer en los octavos de final del US Open. Se esperaba su garra y su conocido empuje, pero poco más y el tricampeón de Roland Garros tiró de esos estímulos para doblegar a Baghdatis, finalista del Open de Australia en el 2006, por 6-4 y 6-4 en una hora y 37 minutos.

El encuentro dejó a las claras que a Nadal le faltan partidos y situaciones. «Jugué bien desde el fondo, pero se me iban las derechas», y que todavía no está fino en sus golpes definitivos. No falló, eso si, a la hora de desbaratar momentos peligrosos, como el 1-3 del primer set, y las dos ocasiones que tuvo el de Limassol para colocarse 4-2 en el primer parcial. El público, animando siempre, contribuyó a su reacción.

Aunque solo ha ganado un torneo esta temporada, el de Zagreb, Bahgdatis lleva una sesión muy regular, con ocho llegadas a cuartos de final y dos posiciones de finalista, en Halle y Marsella. Quizás su tenis no tiene la explosión del año pasado cuando se atrevió a disputar el título del Open de Australia al suizo Roger Federer, pero todavía continua imprimiendo una velocidad endiablada a su juego y actuando con una alegría que traslada de la pista al público para conectar con el aficionado de una forma inusual.