Nadal tuvo un comienzo dubitativo, lógico tras permanecer 42 días seguidos sin disputar un partido oficial, desde que el 5 de septiembre perdiera contra David Ferrer en los octavos de final del US Open. Se esperaba su garra y su conocido empuje, pero poco más y el tricampeón de Roland Garros tiró de esos estímulos para doblegar a Baghdatis, finalista del Open de Australia en el 2006, por 6-4 y 6-4 en una hora y 37 minutos.
El encuentro dejó a las claras que a Nadal le faltan partidos y situaciones. «Jugué bien desde el fondo, pero se me iban las derechas», y que todavía no está fino en sus golpes definitivos. No falló, eso si, a la hora de desbaratar momentos peligrosos, como el 1-3 del primer set, y las dos ocasiones que tuvo el de Limassol para colocarse 4-2 en el primer parcial. El público, animando siempre, contribuyó a su reacción.
Aunque solo ha ganado un torneo esta temporada, el de Zagreb, Bahgdatis lleva una sesión muy regular, con ocho llegadas a cuartos de final y dos posiciones de finalista, en Halle y Marsella. Quizás su tenis no tiene la explosión del año pasado cuando se atrevió a disputar el título del Open de Australia al suizo Roger Federer, pero todavía continua imprimiendo una velocidad endiablada a su juego y actuando con una alegría que traslada de la pista al público para conectar con el aficionado de una forma inusual.
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