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Tolo Jaume En el año de su debut el Ícaro Palma infunde respeto en la Superliga. Tras un inicio titubeante, el conjunto entrenado por Ernesto Rodríguez ya ha tomado posiciones entre los mejores equipos de la máxima categoría y ha mostrado un nivel que ha superado las expectativas. La Copa de la Reina ya se vislumbra en el horizonte y la progresión exhibida invita a soñar con Europa, pero, de momento, el grupo isleño amasa confianza en su particular vuelo hacia las cotas más altas.

Y es que Ícaro es en la mitología griega el hijo del arquitecto del laberinto de la isla de Creta, Dédalo, que diseñó unas alas pegando plumas con cera para escapar del encierro al que les había sometido el rey Minos. El joven Ícaro desobedeció los consejos de su progenitor en plena fuga y quiso volar demasiado alto acercándose tanto al sol que el calor arruinó el invento y le precipitó contra el suelo provocándole la muerte.

El Ícaro Palma no quiere caer en el mismo error de estrellarse por el exceso de ambición y afianza su particular ascenso en la Superliga femenina con un avance seguro que ha surgido desde la solidez en defensa y la buena adaptación de las individualidades al servicio del colectivo.

Sólo Daniela Marín y Desiree Glod se mantienen en el equipo que logró el ascenso la pasada campaña, por lo que la pizarra de Ernesto Rodríguez ha registrado una gran actividad para que la experiencia y la calidad de las incorporaciones alcance el nivel deseado cuando está a punto de terminar la primera vuelta.

Pelear por el campeonato se antoja complicado, pero la escuadra mallorquina aglutina las condiciones necesarias para intentar ser una alternativa a la hegemonía del Murcia 2005 o el Tenerife Marichal.