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Xisco Cruz |MAÓ
Fue un día de alharacas, de serpentinas y confeti. Casi orgiástico. El ViveMenorca le dio una zurra espectacular al Barça, y eso no sucede muy a menudo. Dijo Moss tras ganar al León que el equipo estaba en condiciones de ganar a cualquiera, pero nadie imaginaba una mañana de tanta jarana. Y es que el bullicio del Pavelló, la madeja defensiva y el equilibrio en ataque acabaron por engullir al equipo de Ivanovic, que no se ha visto en otra como esta. Casas dispuso el duelo como una partida de ajedrez, reflexionando cada movimiento por atrevido que pareciera, y la cita se la acabó llevando el Menorca. Y ya van seis (85-68).

Es el ViveMenorca uno de esos conjuntos poco amigo de los éxitos, por lo que cada triunfo es celebrado hasta la extenuación. Por eso victorias como la de ayer tienen un olor especial. En una jornada de retos, nada mejor que atizarle al líder. Lo hizo el Menorca vestido de conjunto intratable ante su hinchada, que empujó más que nunca. Ha atrapado cinco triunfos en ristra en casa, cifra que promete engordar.

Amaneció claro el partido para el ViveMenorca. La intensidad atrás provocó un cortocircuito en el ataque del Barça, que padeció a la mejor versión defensiva de los de Casas. A pesar de que Ivanovic puso a dos cincos sobre la arena "Kasun y Vázquez", la batalla del juego interior la ganó el Menorca. En el primer cuarto los isleños casi habían doblado en rebotes al AXA Barcelona, que languidecía a medida que sus hombres altos erraban un tiro tras otro. En esas, el grupo de Casas adquirió una renta espectacular fruto de un parcial de 14-1 y empezó a creer que el triunfo era posible (16-8). Ivanovic había enviado a Lakovic al banco porque las faltas condicionaban su defensa sobre Marinovic, y Pepe Sánchez topó con Guzmán. El base de Badalona expuso carácter y atrevimiento, y el ViveMenorca iba haciendo (18-11, primer cuarto).

Advirtió Ivanovic que el colapso en ataque era evidente, y metió en pista a Grimau. El perfil del catalán rajó al Menorca y un parcial de 0-7 estrechó el choque (22-18). Grimau penetraba, anotaba desde el perímetro e incluso se atrevía con la dirección de juego, y eso le dolió al equipo de Casas. Pero los decibelios seguían clavándose como cuchillos en el ataque del Barça, que apenas pudo asomarse por el partido un par de minutos. Los que necesitó Marinovic para anotar cuatro puntos consecutivos y dar otro acelerón (28-20). El Menorca se sentía cómodo instalado en esa renta y el Barça lo fió todo a Grimau, que limó las distancias (37-31, descanso). La sensación que dejaba el primer acto era que el ViveMenorca podía abatir al líder.

Y lo hizo. El tercer y último fueron cuarto fueron de libro, con Stojic agitando a la grada en cada penetración y el equipo actuando como colectivo. Seis puntos del croata y un triple de Shirley invitaron a soñar (50-40), ya que en el Barça sólo aparecía Lakovic. A pesar de tener a Cazorla metido en su bolsillo, el esloveno logró acercar a los azulgrana (52-49), pero luego llegó el ciclón. Jesús Fernández y Varda entraron en escena y la distancia se alargó (75-58). Luego todo fue un festín. Fiesta, felicidad y un futuro más llano.