El partido se puso en marcha con un Osasuna ambicioso y con clara vocación de buscar la meta de Valdés, sabedor de que el Barça en los arranques de partido tarda en conectarse. De esta actitud, el equipo de Ziganda, que estaba en el palco del Camp Nou, elaboró tres aproximaciones.
El juego fue rápido, con puntos de agresividad, aunque el árbitro dejó jugar bastante, hasta que el mexicano Márquez recibió varias entradas.
Después del primer cuarto de hora de partido y después de que no hubiese un claro dominador, el Barcelona se hizo con la pelota y se empezó a vislumbrar el gol, ya que las llegadas a la meta de Ricardo se sucedieron una y otra vez.
A la media hora, Monreal sacó de la línea de gol un balón tras una jugada entre Bojan e Iniesta. En la siguiente acción, el árbitro anuló un gol a Milito, por haber rematado éste en fuera de juego.
El vendaval barcelonista era casi imparable. Donde no llegaba la defensa, Ricardo sacaba manos imposibles para desviar el balón.
En la segunda parte, el partido cayó en la trampa que propuso el Osasuna; dureza en el centro del campo y perder todo el tiempo que pudo. Y el Barça, a pesar de meter en el campo a Ronaldinho y Giovani, en lugar de Messi y Henry, no supo llegar al área de Osasuna. Mientras, el equipo navarro sí tuvo más llegada, como mínimo más peligrosa.
Cuando más agónico se había puesto el partido para el Barça llegó la jugada clave. Una internada de Giovani en el 87, acabó con el balón en los pies de Iniesta, pero el disparo de éste fue rechazado y Xavi lo empujó a las mallas.
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