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Fernando Fernández La liga del Palma comparece de nuevo, y lo hace con un adversario que se ha granjeado el respeto de la competición de tal manera que, traspasado el ecuador de la misma, sigue siendo el único capaz de soportar el frenético ritmo de los grandes (CAI, Bruesa, Alicante, Breogán). Un balance de doce victorias en veinte encuentros y una de las mejores defensas de la LEB convierten al Beirasar Rosalía en el rival más peligroso que puede uno encontrarse. Félix Muñoz ha sabido apuntalar la base del ascenso con un conglomerado de rostros nuevos, viejos conocidos que buscan reivindicarse, para hacer de los santiagueses un bloque compacto, y que ya en la ida, en plena efervescencia de la revelación (84-80), tocaba techo con la cuarta de las cinco victorias que encadenaron.

La cita del Palma Arena (19 horas) adquiere una enorme relevancia para los de Colino. Los resultados del viernes apretaron más si cabe el furgón de cola y el peligro del descenso sigue estando presente, aunque los celestes miran hacia el noveno triunfo que les acerque a las plazas de 'playoff'. El gran aval de los mallorquines es su brillante trayectoria reciente como anfitriones. El Palma no cede en el Arena desde el lejano 25 d noviembre, pese a toda la marea acaecida dentro y fuera de los despachos y ha sabido desenvolverse en partidos delicados (La Palma, Huelva...).

Pese a todo, la dinámica del Rosalía hace que la cautela sea el argumento clave en el libro de ruta. Seis victorias en las últimas ocho semanas avalan a los gallegos, despojados ya del cartel de sorpresa y que aterrizan crecidos. Sólidos en la pintura, con la experiencia de Montañana o Legasa marcando diferencias, y con un artillero como Oleson, Muñoz y los suyos apelan al espíritu de equipo para seguir dando pasos hacia un objetivo que no han dejado de lado: la permanencia.

La llegada de Del Tío y Terrell ha dado otro aire a un vestuario hasta hace unas semanas encomendado a Lou Roe. Con Schutte y Pacreu en el mejor momento de la temporada, Rejón centrado y recuperado Kornegay, Terrell se ha convertido en el complemento perfecto. A ello se une la regular aportación de un Puyada básico y el ánimo renovado de un Palma que vuelve a creer en sí mismo.