Óscar Trejo festeja el segundo gol del Mallorca, el que certificó el triunfo. Foto: MONSERRAT

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En un minuto loco, que desembocó en un conato de tangana en el túnel de vestuarios entre jugadores de ambos equipos, el Mallorca selló un triunfo que le permite extender su mejor momento del curso -suma cuatro consecutivos-, alcanzar los 63 goles -el récord de su historia- y divisar los dos últimos capítulos del curso con las opciones de la UEFA a tiro de piedra, a tres puntos del Racing. En el último minuto, unas manos de Borja en el área rojilla no señaladas por el colegiado -en la primera parte se había 'comido' unas de Astudillo- y el gol de Trejo, que llegó con Juanfran tendido en el suelo, provocaron la catarsis colectiva en Osasuna, que otea un horizonte cargada de nubarrones y con la Segunda llamando a la puerta (2-1).

Ese epílogo de golpes e insultos cerró un partido que, hasta ese minuto 92, olía a empate. A una igualada que se llegó después de que Güiza ampliara su registro en el Trofeo Pichichi hasta los 25 goles -aventaja en dos a Luis Fabiano-; de que el árbitro ignorara un penalti de órdago sobre el delantero jerezano a los veinte minutos; de que Velasco Carballo anulara un gol de pizarra por una falta de David Navarro previa al remate de Arango; de un par de paradas salvadoras de Moyà y de que Portillo mostrara su cara con el tanto del empate y su cruz con una alevosa entrada sobre Fernando Navarro que le costó la expulsión en el minuto 79...

Con los datos en la mano, a este Mallorca le va a faltar Liga. El grupo balear presenta una dinámica positiva que le convierte en un serio aspirante a la Copa de la UEFA. Nadie podía pensar hace apenas unas semanas, que el grupo balear pudiera atrapar la sexta plaza que tiene al alcance si el próximo domingo gana en el Nou Camp y el Racing cae en San Mamés. Parece mentira, pero está al alcance.

Entre otras cosas, porque está Güiza. El jerezano convierte en oro todo lo que toca y es un lujo para este equipo. Suma cinco jornadas marcando, con ocho goles en su tarjeta, y cada vez que comunica con el balón, hay peligro.

Antes de esa cita con el gol, el Mallorca había acumulado más méritos que su rival, que no estuvo a la altura de la importancia del duelo. Con Ibagaza en la grada por una lesión, la cuota de responsabilidad recayó de nuevo en Borja. El madrileño crece cada jornada y se está destapando como un buen repartidor de cartas. Suyo fue el centro que Trejo empujó a la red para cerrar la tarde.