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Dieciocho años, doce fases de ascenso y un montón de problemas después, el Atlètic Balears vuelve a nadar en bronce. El histórico club de la Vía de Cintura, que hace sólo dos veranos se alojaba en el infierno de la Preferente mallorquina, le ha hecho por fin un regate al destino y rescató ayer un rango del que llevaba apartado casi dos décadas.

El último ascenso que retumbaba en la memoria de los balearicos quedaba ya muy lejos, concretamente veintiún años atrás. Era a finales de la campaña 1986-87 y los blanquiazules despidieron la temporada regular en el segundo puesto por detrás del Sporting Mahonés. Sin embargo, subieron por la vía rápida, ahorrándose los problemas de la liguilla. La remodelación que sufrió la Segunda división B, basada en una ampliación de los grupos, propició que los palmesanos se instalaran de nuevo en un escalón que no pisaban desde hacía diez años.

La campaña siguiente amaneció entre sonrisas. El Atlètic había enterrado ya los problemas que le persiguieron entre 1981 y 1985 (vivió todos esos años entre la Regional Preferente y la Tercera División B) e inauguró ilusionado un nuevo trayecto por la tercera planta del fútbol español. Y la verdad es que no le fue nada mal. Acabó en el puesto 12 con 35 puntos en la mochila y conservó con relativa tranquilidad la categoría.

Un año más tarde, el Balears estuvo a punto de tocar el cielo y redondeó un ejercicio que sigue brillando en su historial como la mejor referencia reciente. De la mano de Martín Vences, los mallorquines desplegaron su mejor versión sobre la hierba del Estadi y se codearon con la flor y nata del grupo. Al final, cuarta posición y una serie de sensaciones que, paradójicamente, le acabarían jugando una mala pasada poco después.

Los buenos resultados que había cosechado el equipo motivaron que los responsables del club recuperasen la ilusión de pelear por meter la cabeza en la división de plata a principios de la campaña 1989-90. Así, la directiva realizó un gran desembolso para contratar a jugadores de primer nivel, aunque su apuesta se fue estropeando con el paso de las jornadas y desembocó en un descenso dramático que afectó seriamente a la economía de la entidad. Su última estancia en Segunda B la clausuró con 19 puntos que le impidieron ir más allá del farolillo rojo.

En 1990 el Atlètic reingresó en Tercera, una división que últimamente había convertido en su hábitat natural. A excepción del curso 1992-93, en el que acabó octavo, se agarró siempre a la liguilla de ascenso, aunque después se estrelló una y otra vez frente a los rivales procedentes de Catalunya, Valencia y Murcia. En total, participó en once fases entre 1990 y 2002, pero no pasó nunca de la tercera posición final en un grupo cuatro. Sólo sus cuatro títulos de liga (98, 00, 01 y 02) endulzaban los saltos que iba dando en el calendario.

Tal y como ocurrió a mediados de los ochenta, al Atlètic tuvo que tocar fondo para levantarse a continuación con más potencia que nunca. En 2005 bajó a Preferente, pero Toni Amor y Martín Vences acudieron a su auxilio y recortaron notablemente la penitencia. A partir de ahí, toda la estructura ha sufrido cambios, pero siempre ha sabido mirar hacia adelante. Hace un mes se reencontró en Cala d'Or con el título y se ha adaptado mejor que nadie al nuevo formato de la fase de ascenso. Y si no, que se lo pregunten al Universidad de Oviedo o al Gernika.