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Fernando Fernández |PEKIN
«España puede perder con Croacia», decía Aíto García Reneses tras acabar la primera fase del torneo olímpico con una insulante victoria ante Angola (50-98). Las sensaciones que emite este vestuario distan años luz de las del equipo campeón del mundo o sobcampeón de Europa. Las palabras de Rudy Fernández así lo reflejaban. «Tenemos que volver a sonreír en la pista», decía el escolta mallorquín, consciente de lo mucho que le está costando al grupo liderado por Pau Gasol recuperar su identidad. Enfrente (8:30, hora española; 14:30 en Pekín), una Croacia que también poco tiene que ver con el equipo de principios de los noventa, pero que ya se encargó de advertir a España que no es un rival asequible. En el encuentro inaugural del Eurobásket, los balcánicos se impusieron por 84-85, con un triple espectacular de Marko Tomas, haciendo enmudecer al pabellón de San Pablo, además de acabar con la racha de veintiocho triunfos consecutivos de un equipo de leyenda. Era un toque de atención, al igual que lo ha sido en Pekín la clara derrota frente a Estados Unidos, la prórroga con China o los dos primeros cuartos ante una indolente Angola. Pese a todo, España ha llegado a cuartos con el cartel de segunda de su grupo, cuatro victorias en su haber y las credenciales de aspirante a medalla intactas.

Y es que la ausencia en la estadística y en el parqué de hombres como Juan Carlos Navarro o José Manuel Calderón se nota. Al igual que puede pasar con la lesión de Marc Gasol. Malas noticias para la pintura. El pequeño de la saga sufre ua hiperextensión en la rodilla izquierda, que se provocó al intentar taponar un mate de Kobe Bryant. Su concurso es más que duda, al igual que el rendimiento de un equipo que sabe de sus facultades, de sus límites y de la calidad que atesora, pero que necesita encontrar el rumbo para traspasar la barrera de cuartos que Estados Unidos le marcó en Atenas. Así, se aspirará de lleno a las medallas y se resucitará el espíritu de Los Àngeles 84, estando más cerca de igualar, y por qué no superar (con el permiso de Kobe, LeBron y compañía) la plata de aquellos Juegos, el techo olímpico del baloncesto español.

El descubrimiento ante el mundo de Ricky Rubio, su alianza con un Rudy Fernández que da la cara, y la regularidad de Pau Gasol son algunas de las bazas ganadoras con las que juega España, que poco a poco recupera a Jorge Garbajosa y ha introducido de nuevo a un Carlos Jiménez reservado durante la primera fase.

Sabe España que aplicando su habitual manual de vuelo es difícil detenerles. Cuando se activan, los de Aíto son una máquina de jugar al baloncesto. No es que sea Angola el termómetro más fiable, pero si se aprieta en defensa y se corre con la posesión en su poder, pocos pueden deterner a los héroes de Saitama.

No es Croacia precisamente el oponente más cómodo, pese a que el resto de clasificados de su grupo (Lituania, Argentina y Australia) tampoco son muy recomendables. Los de Jasmin Remesa, quien frente a Irán reservó efectivos de cara al partido en el que se van a jugar todas sus opciones de recuperar el terreno perdido, cuentan con la baja segura de Popovic, que padece una fascitis plantar que le tiene alejado del parqué, y la seria duda de un buen conocedor del baloncesto español, Planinic.

No son esos los únicos argumentos croatas, ya que el siempre peligroso Ukic al mando del equipo, la muñeca de Marko Tomas o Davor Kus, o los centímetros de Barac y Banic, todos ellos con credenciales ACB a sus espaldas, pueden desequilibrar el partido en cualquier momento, conscientes de que tienen mucho que ganar y poco que perder frente a las campeonas del mundo, y no descartan sacar partido del irregular momento de los hombres de Aíto para dar la que sería una de las grandes campanadas en Wukesong, donde todos dan por hecho que España y Estados Unidos darán forma a la final soñada para el domingo 24.

Pero antes, toca recuperar las mejores vibraciones del equipo, la porción de crédito perdida y dejar en el camino a una Croacia que se ha encargado de descartar a una de las aspirantes a medalla. Precisamente, el último equipo capaz de ganar a España en competición oficial, los campeones de Europa: Rusia. Y haciendo lo justo. Las derrotas con Lituania y Argentina evidencian el verdadero nivel de una Croacia que venciendo a los rusos (85-78) y cumpliendo con el expediente ante Australia e Irán ha tenido suficiente para colarse entre los ocho mejores y en los sueños de España, que en caso de victoria topará con el ganador del cruce entre Lituania y China -presumiblemente los bálticos-, mientras que por el otro lado del cuadro, Argentina y Grecia anticipan un duelo eléctrico, todo lo contrario que un Estados Unidos-Australia sin color.