El Espanyol puso la tensión a un partido sin alma cuando a los veinte minutos una incursión de Raúl Tamudo fue abatida por Gabriel Heinze. No tuvo ningún pudor el zaguero argentino en meter la pierna y derribar al atacante, que transformó el penalti señalado por Pérez Burrull.
Suele ocurrir cuando el duelo pinta espeso, la necesidad de una advertencia para que el Madrid espabile. Sucedió con el gol del Espanyol, al que la ventaja apenas le duró dos minutos. Un centro de Sergio Ramos desde su banda, la derecha, fue la acción que subrayó la recuperación de la titularidad para Raúl.
El capitán, condenado a la suplencia en San Petersburgo contra el Zenit, volvió al once de inicio de Schuster. Fue el holandés Arjen Robben el que prolongó las rotaciones. Raúl volvió y marcó. De cabeza. Al aprovechar el centro de Sergio Ramos.
Lejos de enderezar el rumbo, el Real Madrid profundizó en sus errores. Ataques desordenados, sin conducción, atropellados por el centro, donde el tráfico era excesivo. Igual que las pérdidas de balón, que aceleraron la puesta a punto de Iván de la Peña, que reaparecía después de su ausencia por lesión.
Después de un par de avisos, el centrocampista cántabro generó la acción del segundo gol. Llevó el balón hasta Román Martínez, que dejó en evidencia, de nuevo, a Heinze. Y su centro raso lo aprovechó Luis García para batir a otra vez a Iker Casillas.
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