Imagen del regatista mallorquín Jordi Calafat durante un entrenamiento con el equipo 'Telefónica Blue'. Foto: MARIA MUINA

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Tolo Jaume

El sábado ocho embarcaciones zarparán de Alicante para adentrarse en la Volvo Ocean Race más dura de la historia. Por delante 62.000 millas náuticas (72.000 kilómetros) hasta el 27 de junio de 2009 en San Petersburgo tras pasar por Sudáfrica, India, Singapur, China, Brasil, Estados Unidos, Irlanda y Suecia. Entre los ocho equipos en liza uno ya ha lanzado el primer aviso en aguas del Mediterráneo. El Telefónica Blue parte como líder gracias a sus dos triunfos en las pruebas costeras del fin de semana y en su tripulación cumple un sueño el mallorquín Jordi Calafat.

Campeón olímpico en Barcelona'92, campeón del mundo y campeón de la Copa del América con el Alinghi, el regatista de Can Pastilla aspira a conquistar la última gran regata que le queda pendiente. Tuvo la oportunidad de enrolarse en un proyecto de la Volvo Ocean Race en 1993, pero desde entonces había anhelado lo que sucederá el sábado. No obstante, desde el sábado olvidará como sabe la comida casera, pasará a dormir una hora y media seguida como tope y sabrá lo que es una sensación térmica de -15 grados centígrados más allá de una convivencia especial con once personas en una embarcación de 21'5 metros de eslora.

«Sobre todo te da respeto lo que no conoces y viviremos muchas situaciones por las que no hemos pasado y no se pueden entrenar», confiesa Calafat a cuatro días de enrolarse en un evento en el que confluyen riesgo y aventura. Sin embargo, el mallorquín advierte: «La Volvo Ocean tiene un componente de aventura, pero la aventura no existe cuando todos los que están aquí quieren ganar y no se conforman con completar el recorrido».

«Haremos guardias de cuatro horas y una de seis. El barco va muy rápido, se mueve mucho y apenas se puede dormir. Desde noviembre me he habituado y también a la comida liofilizada como la que se utiliza en las expediciones montañistas y que tiene un sabor muy raro», explica Calafat sobre su rutina en el barco, donde es el responsable de las velas, aunque también ejerce funciones de trimmer y caña. «Hay que hacer casi de todo», algo que valora de su trabajo, puesto que comenta que «un piloto de Fórmula 1 no corre el Dakar o no hace rallys, mientras que yo tengo la oportunidad de hacer cosas diferentes».

La familia ha sido una parte importante en los días previos a la gran cita y será lo que más eche de menos en el océano. No en vano entre Qingdao y Rio de Janeiro estará más de 110 días de navegación. Calafat confiesa que tiene la suerte de que su mujer entiende «como soy y me ayude», mientras que en el caso de sus hijos destaca que «no es fácil, pero también tendrán la oportunidad de seguir la vuelta al mundo y conocer muchos lugares, porque las familias nos visitarán en las puertos en los que terminan las etapas».