Pierre Webó sujeta un balón durante un entrenamiento del equipo en Son Bibiloni. Foto: MONSERRAT

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Aunque la polvareda del caso Davidson llega ya a todos los rincones del ONO Estadi, la Liga vuelve a reclamar al Mallorca. El equipo de Gregorio Manzano, que intenta aislarse en el vestuario del culebrón que se graba a su alrededor, abrochará hoy otra agitada semana en la que ha tenido que sortear todo tipo de barreras, institucionales y deportivas. Tras ocultar con la Copa su desliz del pasado fin de semana, los de Manzano quemarán en Almería otra oportunidad para coger altura y desmarcarse del embrollo que sacude a la zona media de la clasificación. Lo harán ante un rival de su mismo pelaje y condición, pero visiblemente afectado por una dinámica descendente. En cualquier caso, lo que más importa a estas alturas es que volverá a hablarse de fútbol (Estadio de los Juegos Mediterráneos, PPV, 17.00 horas).

El primer paso hacia las alturas supone pasar otra página. Si los jugadores del conjunto isleño apenas tuvieron tiempo para asimilar su decepcionante empate en casa con el Athletic (3-3), ahora tampoco merece la pena recrearse con el acceso a octavos de final en la competición del KO, ya que a falta de descubrir el siguiente objetivo el torneo permanecerá aparcado hasta que se destape el 2009. Es el momento de levantarse, de dar un puñetazo sobre la mesa y de seguir ahorrando puntos con los que protegerse a medio plazo de las inclemencias del calendario. Y el de hoy parece el partido indicado. Sin un escenario hostil del que resguardarse y ante un rival que ha perdido parte de la magia de la que presumía hace un año, el Mallorca pretende recuperar la sonrisa durante un desplazamiento. Los bermellones han regresado de vacío en sus dos últimas visitas a la península (cayeron en el campo del Betis y en el del Atlético) y hace casi dos meses que no puntúan como foráneo, un dato que habría que congelar cuanto antes para evitar que los objetivos del vestuario sufran otro retroceso.

Manzano había previsto en su libreta la carga que debía transportar y ha repartido de forma equitativa los minutos de protagonismo entre sus jugadores, aunque lo más probable es que hoy vuelva a sacar del armario el disfraz de gala. Con la enfermería sin apenas inquilinos (sólo Miquel Àngel Moyà arrastra molestias) y pocos síntomas de cansancio en la caseta, el de Bailén se llevó ayer a diecinueve futbolistas a la capital almeriense, lo que ampliará su margen de maniobra hasta poco antes de la función. Y aunque pueden intuirse sus intenciones, adivinar con exactitud su propuesta parece más complicado. Sobre todo, porque hay jugadores que han salido de su letargo y porque la respuesta del banquillo en la Copa resultó al menos efectiva. En cualquier caso, lo más lógico sería que la defensa no sufriera muchos cambios (Josemi, Nunes, Navarro o Ramis y Corrales) y que el técnico jienense poblara el centro del campo para protegerse del descaro local y preparar mejor sus llegadas al área rojiblanca. Sólo el mencionado Moyà, Ayoze Díaz y Juanmi Callejón pasarán el fin de semana en Palma.