Veinte años después de su primera victoria en las urnas y con el anhelado aval de la victoria de España en la Eurocopa, Villar vuelve a presentarse como la única opción, igual que ocurrió en los comicios anteriores (1992, 1996 y 2000), con la salvedad de los últimos, celebrados en 2004.
Obligado a cumplir el requisito de los votos, Villar «aseguró» su reelección el pasado verano, a pesar de que la aparición, hace más de un año, de la plataforma opositora «Federación de Todos» y la normativa que obligó a las federaciones olímpicas no clasificadas para los Juegos de Pekín a adelantar las elecciones presagiaban un proceso reñido.
Su primer paso hacia la victoria fue conseguir la autorización del Consejo Superior de Deportes (CSD) para retrasar los comicios, permiso que logró el 22 de abril, en mitad de varios recursos de la oposición, que siempre apostó por ir a las urnas antes de verano.
Villar, que en su último mandato ha mantenido una relación distante con la secretaría de Estado, contó con la complicidad del presidente de la FIFA, Joseph Blatter, quien, en vísperas de la Eurocopa, amenazó con excluir a España si se producía una injerencia gubernamental en la RFEF, como era, en su opinión, forzar el adelanto de elecciones.
Los avisos de Blatter y el respaldo que el propio Villar consiguió de la Asamblea federativa en marzo, para celebrar las elecciones a finales de noviembre, llevaron al CSD, con el visto bueno del Consejo de Estado y de la Junta de Garantías Electorales, a tolerar el retraso de las elecciones, sin estimar los recursos en contra.
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