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Lluís Orfila |MAÓ
El ViveMenorca retornó del mejor modo a la dinámica competitiva. El grupo de Ricard Casas dio cuenta del Ricoh Manresa, se apuntó su tercera victoria consecutiva en casa "y de la temporada", pulverizó la maldición del descanso y expuso un completo y granado catálogo de prestaciones defensivas, determinantes para decantar la balanza en un duelo marcado por la guerra táctica que ambos técnicos libraron desde la banda. Jaume Ponsarnau, entrenador del Manresa, y discípulo en su día de Ricard Casas, intentó todo, y aunque en diversos momentos ideó como dar réplica a los constantes zarpazos acometidos por el grupo isleño, finalmente vio como su buena labor se desvaneció, en parte por el desacierto mostrado por algunos de sus hombres clave (leáse Asselin, Bulfoni o Diego Sánchez), y en parte por el habitual vigor del que hace acopio el cuadro menorquín cuando la cita es al cobijo de su público.

Se estrenó Markota en Maó. Fue esa la otra noticia del día. El ala-pívot croata aportó dos triples de enorme valor en el tramo final, y aunque se le vio algo perdido por momentos "sobre todo atrás", evidenció que el transcurrir de las semanas deben convertirle en un hombre válido y productivo para el Menorca.

Fiel a su modus operandi, el grupo isleño tomó la iniciativa en el electrónico desde el salto inicial (9-4, 18-12, 20-15, final del primer cuarto). La buena labor de Boisa en defensa, que secó a Asselin, cercenando así la principal vía ofensiva del Manresa, la dirección de Jeter y los puntos del inconmensurable Bazdaric argumentaron las primeras rentas locales, que engordaron sensiblemente abierto el segundo parcial (38-28 como punto álgido). Reaccionó el Manresa, aprovechando la ausencia del base americano que estaba tomándose un respiro en el banco, y redujo la desventaja hasta un más equilibrado 40-35 con el que se alcanzó el intermedio.