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El Mallorca se mete de lleno en problemas. El Valladolid agranda la herida de un equipo descosido, que suma ya cinco semanas sin ganar y que camina sin remisión rumbo al infierno. La tarde fue cruel para las huestes de Manzano, un bloque que echa de menos a su portero titular y a alguien que defina arriba. Para colmo, el árbitro también decantó la balanza. Primero, concediendo el 2-0 a Vivar Dorado, que se ayudó con la mano. Y después, desautorizando a su asistente en un fuera de juego que paralizó a toda la zaga rojilla y que Goitom aprovechó para la sentencia. La lesión de David Navarro, que acabó retirado en camilla y pasó la noche en un hospital vallisoletano, tiñó de negro un partido que agrava la crisis (3-0).

Manzano volvió a rescatar del armario la dupla ofensiva que inició el curso (Aduriz-Webó) en detrimento del talento de Jurado. Aunque comenzó con ganas, con una presión notable, el equipo no tardó demasiado en mostrar a la gélida grada de Zorrilla que no tiene dientes y que atrás, bajo los palos, se esconde un guardameta que transmite inseguridad. El problema ofensivo no tiene solución a corto plazo. El gol no se enseña en ninguna academia. Se tiene o no se tiene. Y el grupo balear adolece de una falta de pegada preocupante. En el primer minuto, Webó añadió un remate más a la mochila, tan cargada de insistencia como falta de acierto. El camerunés recibió dentro del área con la complicidad de Luis Prieto, pero telegrafió su disparo a la media vuelta al centro del marco. Asenjo, un portero que huele a equipo grande, le agradeció el detalle. Más tarde, llegó una jugada que pudo cambiar el sino. Arango metió un caramelo en diagonal para Webó, un pase perfecto que el camerunés estropeó con un mal control.

De repente, Mendilibar pegó un grito y sus jugadores se activaron. Apoyados en el eterno Vivar Dorado, el gigante Goitom peleando contra todos, Sesma desafiando la velocidad de Josemi y Pedro León retando a Corrales, el once pucelano se quitó el frío a base de faltas escoradas. Si el problema del ataque es preocupante para Manzano, también le debe quitar el sueño la lesión de Moyà. Con Lux bajo palos, la defensa tiembla en cada jugada a balón parado. Incapaz de blocar un balón, el argentino se empeña en meter los puños, provocando segundas opciones para el rival. Una de ellas desembocó en el gol del Valladolid, con el partido divisando la media hora. Pedro León sacó a paseo su diestra para dibujar un chut abajo y pegado al palo. Donde hace daño. Allí se lanzó Lux para meter la manopla, el rechace le cayó a García Calvo, que metió el pie como pudo para que el balón viajara con suspense hasta la red tras tocar en el interior del poste. (min. 28).