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Fernando Fernández Los sufrieron Calderón, Garbajosa, e incluso el propio Pau Gasol. Los novatos, especialmente los llegados desde el otro lado del Atlántico, miran con recelo hacia el calendario a medida que se acerca el mes de enero. Esas fechas suelen marcar el inicio del conocido como Rookie Wall (el muro de los novatos), un síndrome que se refleja en la acumulación de partidos y viajes y, en definitiva, el ritmo frenético que imprime la competición regular de la NBA, que a estas alturas acumula el equivalente a un curso regular en la ACB (40 a 45 partidos y sólo dos por semana: Liga y Euroliga), a lo que en el caso de Rudy Fernández cabe añadir el largo verano como consecuencia de la disputa de los Juegos Olímpicos de Pekín, su escala previa hacia los Blazers de Portland.

Y es que la estadística refleja que los novatos inician la temporada a un nivel muy elevado, rebajando con el paso de las semanas sus prestaciones, hasta sucumbir física y mentalmente. «Lo llevo muy bien porque me dosifican (juega un promedio de 25 minutos, con 10'7 puntos, 3'1 rebotes y 1'9 asistencias por partido, con un 91'9% de acierto desde la línea de tiros libres)», explica el propio Rudy.

Cansancio
Los 82 encuentros de liga regular, además de los de pretemporada y los presumibles de playoff, con escaso margen de recuperación entre jornada y jornada y viajes maratonianos son todo un hándicap para Rudy y los recién aterrizados. «A veces me encuentro cansado en los partidos.