Ricardo Martins, guardameta del Betis, sujeta el balón en su área frente la presión del delantero mallorquinista Pierre Achille Webó. Foto: MONSERRAT

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Carlos Román

El Mallorca se niega a soltar la Copa. Y a medida que empeora su estado de salud en la Liga, se amplían sus perspectivas en la competición que más le seduce. Apoyado en los futbolistas de la segunda unidad y en una fuerza de voluntad prácticamente desconocida, el conjunto de Gregorio Manzano sigue prosperando. Los bermellones no sólo han resistido el primer asalto de su combate ante el Betis, sino que reanudarán la semana que viene el combate avalados por una jugosa ventaja a los puntos. El equipo balear, traumatizado esta temporada por sus incomprensibles desajustes defensivos, le cerró a tiempo el grifo al cuadro verdiblanco y avitualló sus tímidas esperanzas con otro hachazo de Keita, seguramente el tipo más destacado en la trama del torneo. Todo un suministro de autoestima para allanar la avenida que conduce a la permanencia (1-0).

El encuentro no será recordado durante mucho tiempo entre el mallorquinismo, aunque eso, a estas alturas de la película, no tiene demasiada importancia. Los dos técnicos maquillaron sus alineaciones con varios actores de reparto y eso ensució el guión del partido más de lo necesario. Los tradicionales minutos de tanteo se convirtieron en una batalla por controlar el centro del campo y mientras los isleños apostaban por cuidar el balón, el Betis lo fiaba todo al músculo de Emaná. Por el camino, los andaluces habían dejado su sello en un par de contraataques bien estructurados (Varela evitó un gol a los dos minutos), pero su juego perdía el gas a medida que se aproximaba al área de Aouate y el Mallorca decidió aprovecharlo. Sobre todo, gracias al criterio de Alberto y a la chispa del Chori Castro. El primero, que se había presentado la temporada pasada con algunos minutos sobre el escenario, demostró que reúne argumentos para sentarse en el puente de mando. El segundo, en cambio, reapareció cuando casi nadie contaba con su regreso. Entre uno y otro fueron estirando al equipo hasta devolverlo a su estado natural y encogieron al once de Chaparro, que sólo emitía señales de vida muy de vez en cuando. Sin embargo, la falta de definición rojilla y los atascos frente a la meta verdiblanca aplazaron el despegue.

El descanso le sentó bien al Mallorca, que volvió al campo envalentonado, dispuesto a seguir cocinando el tanto, aunque fuera a fuego lento. Castro seguía haciendo daño y la velocidad de Keita era ya un lastre para la castigada zaga andaluza, que acabó reventando en el ecuador del segundo tiempo. Melli se enredó en uno de sus trámites más habituales y el delantero guineano no perdonó. Se apropió del cuero, lo protegió con inteligencia y lo alojó en el marco de Ricardo para alargar el suspense. Él mismo pudo sellar el segundo a poco del final, pero se emborrachó de balón y lo dejó todo como estaba.

El Mallorca volvió a esquivar anoche los problemas defensivos y evitó que el Betis regresara a Sevilla con algún tanto en el equipaje, un dato que podría ser fundamental en el desenlace de la eliminatoria. Los de Chaparro no plantearon demasiados inconvenientes en ataque y todos ellos fueron bien resueltos por la zaga local.