En la primera semifinal totalmente española en la historia de este torneo, Nadal se impuso a Verdasco por 6-7 (4), 6-4, 7-6 (2), 6-7 (1) y 6-4 en el partido más largo en los anales de este Abierto, superando en tres minutos al que disputaron en 1991 el alemán Boris Becker y el italiano Omar Camporese, con victoria de 'Boom Boom' por 7-6 (4), 7-6 (5), 0-6, 4-6, 14-12 en cinco horas y 11 minutos.
Fue el mejor duelo del torneo, el más luchado, el de mayor calidad, el que mejor sabor de boca dejó a los 15.000 espectadores que gustosamente pagaron su entrada para el único partido individual de la jornada en la Rod Laver Arena, el número cien de Nadal en un grande, en el que ahora su marca es de 86-14.
Una fantástica semifinal entre dos jugadores que exprimieron su tenis hasta la última gota de sudor, sin escatimar energías. Con testigos de excepción en las gradas, como el mítico Rod Laver, ganador de dos Grand Slams, o el estadounidense Stan Smith, campeón de Wimbledon, que disfrutaron como todos.
Una noche inolvidable de la que Roger Federer habrá sacado provecho, pues el suizo invirtió menos de la mitad del tiempo (dos horas y siete minutos) para vencer el día anterior al estadounidense Andy Roddick, y estará más descansado para el domingo en un día especial para él, pues si gana igualará el récord de 14 Grand Slams de Pete Sampras.
Verdasco luchó con garra, sin darse por vencido a pesar de que en el cuarto set tuvo que ser atendido en pista dos veces por un problema en el gemelo izquierdo, malherido hace unos días durante un partido de dobles. El madrileño se amparó en un portentoso servicio, con 20 directos para afianzarse hasta el quinto set. Concedió cuatro saques, pero salvó 16 puntos de rotura, y mostró su nueva calidad de 'top ten' adquirida con justicia esta semana tras superar al británico Andy Murray y al francés Jo-Wilfried Tsonga. Pero Nadal tiene la garra y el coraje de soportar cualquier avalancha. No había cedido un solo set hasta hoy, y ya sabe de ganar en partidos duros, especiales, tensos y largos. En la final de Roma del 2005 también necesitó cinco horas y 14 minutos para superar al argentino Guillermo Coria.
Todo parecía a favor de Verdasco quien en el primer desempate del partido obtuvo su primer punto de set cuando la bola chocó en la cinta y cayó mansamente en la pista de Nadal, pero el duelo cobró más intensidad en el segundo cuando la cabeza del madrileño seguía fuerte. Fue el mejor parcial, son sólo cinco errores no forzados de Nadal y siete de Fernando, que ganó el de Manacor por 6-4.
Pero ya en el tercero Nadal había dado muestras de su carácter y Verdasco notaba el desgaste. El madrileño se golpeaba la zapatilla con rabia aunque de todas formas se mantenía en la lucha, hasta que Rafa cerró el desempate con un saque directo.
Después de tres horas y 15 minutos, pocos podían esperar más desgaste, pero la lucha continuó con soberbios peloteos desde el fondo, rotos solamente por alguna que otra subida a la red de Verdasco. Un nuevo desempate se disputó y el madrileño lo jugó iluminado para entrar en el siempre intrigante quinto set.
Tocado de la pierna, bailando a la pata coja, Verdasco no se dejó vencer por la adversidad, y jugó al primer golpe. Salvó cinco puntos de rotura hasta que llegó el fatídico décimo juego. En el 0-30 cometió una doble falta y luego otro fallo proporcionó a Nadal tres bolas de partido. Verdasco salvó las dos primeras, una con un remate y otra con una volea, pero su mente estaba ya muy cansada de tanta batalla, y en la siguiente su saque le abandonó y se estrelló en la red.
Cayó arrodillado Fernando y Nadal cruzó la pista para abrazarle, como grandes amigos y rivales, después de una lucha sin cuartel. Ahora Federer espera al cuarto español que logra la final del Abierto de Australia. El suizo está descansado pero sabe que Nadal le ha ganado en 12 de las 18 ocasiones, con tres afrentas en Roland Garros y una Wimbledon, y ésta será la primera final de un Grand Slam entre ambos, fuera de esos recintos.
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