Pierre Webó se lamenta tras fallar una acción ofensiva en el área del Barcelona. Foto: ANDREU DALMAU/EFE

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Se desvaneció el sueño de la Copa. Alcanzar la final ya es una quimera. El Mallorca claudicó en el Camp Nou y ya tiene claro -si es que acumulaba alguna duda- donde invertir todos sus esfuerzos. El Barça hizo lo suficiente para agarrar el billete, que dentro de un mes debe cobrar vigencia (2-0). Arrugado y oxidado durante el primer tiempo, la escuadra balear dejó su mejor repertorio para el segundo acto. Pero no le alcanzó para seguir respirando. Todo es posible, pero la eliminatoria exhibe una fractura importante. El Barcelona está en el camino de la triple corona. Nadie sabe muy bien hacia donde camina el Mallorca.

Cumple el equipo de Manzano esta temporada, además con una fiabilidad extrema, con un nocivo guión: su defensa fabricará algo más de medio gol. No falla. Siempre hay que contar con alguna pifia, con algún detalle pueril que facilita sobremanera el trabajo de los atacantes rivales. No hay partido en el que la cobertura balear se muestre insolentemente caritativa. Poco importa como abrigue el entrenador a su equipo. Siempre hay que contar con la vena suicida del cuadro bermellón. Esta vez, Bojan asistió a Henry desde el carril derecho y el francés, en la más absoluta intimidad (¿dónde estaban los centrales?), remató con la cabeza. Nada pudo hacer Germán Lux, el gran héroe del Mallorca durante un buen tramo del primer acto. El guardameta argentino, que volvió a formar bajo los palos ante el mismo equipo ante el que perdió la titularidad, ofreció un buen nivel en Barcelona. Antes del tanto de Henry, en el que nada pudo hacer, desactivó dos excelentes ocasiones de Bojan y un misil de Sylvinho.

Tímido y algo acomplejado, el Mallorca se manejó como un equipo pequeño durante el primer acto. Y esta vez no fue un problema de dibujo. De hecho, el plan "B" de Manzano fue más atrevido que algunas de sus últimas propuestas. Esta vez el problema fue como lo ejecutaron sus futbolistas. Es cierto que el Barça presiona, incluso ahoga a sus rivales en la sala de máquinas, pero eso no justifica su torpeza con el balón. Incapaz de hilvanar algo, el equipo de Guardiola exageró la posesión del esférico hasta niveles descomunales. Webó, la principal referencia ofensiva balear, transitó casi siempre por el centro del campo, fotografía que delata lo que sucedió durante el primer tiempo. Con el Mallorca arrinconado y el balón siempre en poder de los azulgrana, el acoso fue casi constante. Sin Messi en el equipo titular, casi todas las operaciones ofensivas locales giraron en torno a Bojan. El Mallorca defendía, el Barça atacaba. Así transcurrieron los primeros 45 minutos (1-0).

El partido cambió notablemente tras el descanso. El Mallorca silencioso y menor se quedó encerrado en el vestuario. La transformación fue exponencial. Atrevido y vigoroso, la escuadra balear agarró la brújula y brindó al Barça un pulso en términos equitativos. El Mallorca ganó metros, un buen puñado de metros. Y empezó a combinar. Aparentemente, su adversario debía agradecer la nueva propuesta -más espacios-, pero el intercambio de golpes resultó más o menos parejo.

El banquillo azulgrana leyó esta nueva versión con rapidez. El Mallorca se fijaba ahora en Pinto. Lo tenía en su punto de mira. Sus centrocampistas parecían centrocampistas y sus delantero parecían delanteros. Con el partido mucho más abierto, Guardiola recurrió a Messi y Sergio Busquets. El argentino, probablemente el jugador más en forma del momento, no tardó en lanzar varios avisos, pero su rival no se asustó en exceso. Manzano respondió a los movimientos de su colega y tiró de Pep Lluís Martí. El duelo adquirió ritmo. Mucho antes, el colista y el líder de la Liga habían interpretado sus papeles a la perfección. Ahora todo era distinto.

El Mallorca había recuperado la fe y parecía envalentonado. Es cierto que concedía más grutas de acceso, pero su cobertura se mostraba eficaz y expeditiva. Ahora, la medular combinaba y por los flancos se generaba algo. La sensación de peligro era evidente. Manzano captó el mensaje y echó algo más de gasolina al motor de su equipo con la incursión de Jurado.

Messi no tardó demasiado en construirse su primera ocasión, aunque encontró a un Lux muy sólido y concentrado. Es probable que el portero bermellón firmara anoche su mejor actuación del curso. Traicionado por sus propios centrales, nada pudo hacer en el gol de Henry. Y tampoco pudo hacer demasiado en la falta que Márquez ejecutó de forma magistral. El esférico acabó en la escuadra. Un golazo. Y también la sentencia a la eliminatoria. La polémica llegó al final. Trejo cayó ante Márquez dentro del área, pero el árbitro no pitó nada. Pudo ser penalti.