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La gran semana del ciclismo isleño descubre los secretos del pelotón en momentos en los que la preparación es el objetivo prioritario para el grupo. Y no es extraño que se hable mallorquín en el pelotón. Más este año, con la presencia de cuatro efectivos con denominación de origen en la serpiente multicolor. En un curso marcado por el cambio de colores de Horrach y Colom -pasan del Caisse d'Epargne y el Astana al flamante Katusha-, la metamorfosis del Columbia de Reynés y la irrupción de Lluís Mas enfundado en el maillot del Burgos Monumental, ellos son los verdaderos animadores del parque cerrado previo a las etapas. Y gracias a ellos, los Valverde, Zabel, Karpets y el resto de ilustres que visitan la Isla estos días chapurrean alguna palabrilla en mallorquín. Un 'gràcies' al estilo ruso o un 'bon dia' a la murciana ponen otra nota de humor y muestran la complicidad existente con los corredores locales, que además de ser los acaparadores de aplausos en la cuneta, son los únicos que han conseguido llenar de pintadas el asfalto de las primeras cotas de montaña por las que ha transitado la Challenge. Eso sí, hoy parece que el nombre propio está claro para todos. Al fin, la carrera comparece por Bunyola. Sobran las palabras y un corredor acapara los pronósticos. Muchos querrán arrebatarle la gloria, pero la motivación añadida de Toni Colom va a ser un rival más peligroso que el propio ciclista, el único que ha sido capaz de llevarse la general. Empieza la verdadera Challenge, llegan los dos días que repartirán gloria o decepción.