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La de ayer no es una más dentro de su dilatada trayectoria. Todo Bunyola se echó a la calle para presenciar la salida del pelotón, para arropar a 'su' Colom ante un día histórico que desde la trastienda se vivió con enorme pasión. Desde el corazón de la caravana, donde Norbey Andrade ya pronosticaba el triunfo local, y en una línea de meta en la que las noticias llegadas desde radio vuelta, las referencias que trasladaba Juan Mari Guajardo a través de la megafonía, y las imágenes de la pequeña pantalla que en el podio se vivían con enorme intensidad. Irene, la mujer del hombre más esperado, era un manojo de nervios. Manuel Hernández, máximo responsable de la Challenge, y el alcalde de Bunyola, Jaume Isern, no despegaban la mirada de la televisión pendientes de cada movimiento. Primero, con el ataque de Horrach y Colom descendiendo hacia la capital de la Vall. La euforia se desató cuando el bunyolí se marchó en solitario, coronó el Coll de Sóller, y enfiló el último kilómetro. Las lágrimas del presidente de la FCIB, Arturo Sintes, reflejaban la emoción de un instante en el que la euforia y los sentimientos poblaron la Plaça de la localidad, en la que hasta la pólvora se unió a la fiesta grande y la ovación resultó atronadora. Toni lo celebró con todos, se lo dedicó uno por uno a todos los que acudieron a una cita para los anales. Ayer se le apagó la voz en el podio. Normal. Repartió agradecimientos y tuvo un recuerdo para todos, también para su querida hermana. Y recibió dosis ingentes de cariño, además de sentenciar la Challenge que tanto le ha dado.