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Hay actores especializados en papeles secundarios. Ilustres capaces de robar plano a las estrellas y apropiarse de las escenas en las que aparecen. 'Chori' Castro tiene calidad suficiente para ser titular. Pero en este Real Mallorca, y nadie sabe por qué, no encuentra hueco para disfrutar durante 90 minutos. Le da igual. Le bastan las escenas finales para mostrar talento, rebeldía, estilo y una fe ilimitada. Ayer salió cuando el Betis ya había facturado la goleada y el grupo balear había entregado las armas. Del sonrojante 0-3 se pasó a un ilusionante 3-3 final gracias a tres pinceladas del número 11. Dio un pase de gol a Webó, el compañero que eligió ayer para redactar la épica, y firmó el primero y el tercero en dos acciones prodigiosas. En medio de las discusiones sobre la conveniencia de incrustarle entre los titulares, la realidad marca las evidencias (3-3)
La tarde, que había amanecido tímida, desembocó en la taquicardia tras un final de partido de órdago. El Mallorca se arriesgó a la humillación de la goleada ante un Betis que arrojó a la basura una renta de tres goles en el minuto 68 y que acabó pidiendo la hora. Porque, al margen de los tres tantos en los últimos veinte minutos, el bloque isleño dispuso de ocasiones para haber rematado la mayor remontada de su historia. Jamás le dio la vuelta a un 0-3... y estuvo cerca.

El destino se alteró a la hora de juego. Con 0-2 en el electrónico, Manzano miró a su derecha y allí encontró la fe, representada en Castro y Webó. El uruguayo y el camerunés pisaron el césped -por Varela y Martí- y extendieron sus ganas al resto de camisetas rojas. Dos goles del Chori y otro de Pierre, tres tantos aliñados con casta y raza, encendieron las calderas de Son Moix y amarraron un punto de coraje que, más allá de su valor matemático, demuestra que el depósito anímico del vestuario está a rebosar.

Antes de esa pájara bética, a la que contribuyó enormemente su técnico -Chaparro no movió el banquillo hasta que el Mallorca marcó el 3-3-, el conjunto verdiblanco se había encontrado con la victoria casi por inercia. Porque el primer tramo del duelo fue indígena, sin ocasiones pero con el bastón de mando, ante un rival demasiado encogido.

Pero de la forma más inesperada, en un pestañeo, el Mallorca se despistó y recibió dos puñetazos que le tumbaron a la lona. El primero (min. 26), en una cesión infame de Scaloni, muy aturdido toda la tarde; el segundo (min. 29), en un error colectivo. 0-2 en dos minutos. La tarde olía a chamusquina. Y menos mal que el árbitro concedió ventaja en el primer gol, que firmó a placer Mark González, porque Aouate había derribado dentro del área a Emaná y podía haber sido expulsado. En el segundo, Mehmet Aurelio aprovechó que la puerta de la defensa estaba abierta para batir a Dudu. De inmediato, Aduriz chutó a la media vuelta y el balón, que llegaba mordido, pegó en el poste... La suerte era esquiva.

El segundo acto arrancó con un Mallorca sin recursos para tirarse a la yugular de su rival. El Betis, por su parte, controlaba a placer. E incluso creaba peligro con las diagonales de Emaná y Mehmet Aurelio a las espaldas del dúo Cléber-Martí. Damià y Oliveira, en un mano a mano que taponó bien Aouate, rozaron el tercero.

Manzano se lo jugó todo a una carta. Y le salió bien. Retiró a un pivote y un interior para meter a un delantero y un extremo. O gesta o goleada, con más opciones de lo segundo cuando, en un córner, Arzu se impulsó en el área para conectar un cabezazo cruzado (min. 68).

Pero Castro alzó la voz y todos se enchufaron. El uruguayó firmó el 1-3 con un zurdazo raso que no vio Ricardo (min. 70). De inmediato, le entregó un balón a Webó para el 2-3 (min. 72). El Mallorca atacaba y el Betis se defendía. Parecía el último minuto. Una locura. Una pared entre los héroes de la tarde concluyó con otro tanto de Castro (min. 80). Y pudieron ganar los isleños si el colegiado señala penalti en el minuto 85 en una caída de Aduriz, al que agredió sin balón Ricardo... aunque también los béticos si Nunes no le rebaña el balón a Oliveira en el epílogo de una tarde inolvidable.