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Carlos Montes de Oca

En sólo siete semanas, el Mallorca le ha dado la vuelta a su destino. El grupo de Gregorio Manzano apenas ha necesitado 40 días para generar los mismos dividendos que en toda la primera vuelta, una reacción de Champions que le ha empujado de nuevo a las portadas. Con los números en la mano, contabilizando exclusivamente las siete jornadas de la segunda parte del curso, el equipo isleño ocupa la segunda posición merced a sus 14 puntos, repartidos en cuatro victorias -sólo ganó tres partidos en toda la primera parte de la Liga- y dos empates, el último el pasado domingo ante el Betis tras igualar un 0-3 adverso en los últimos veinte minutos.

La derrota en el Reyno de Navarra aparece como el único punto negro en una travesía inmaculada desde que se abrió la barrera de la segunda vuelta. Sólo el Real Madrid, que se ha embolsado 19, supera las prestaciones rojillas. Comparten el podio el Barça y el Valladolid, con 13, mientras que en la zona baja de esta clasificación parcial se sitúan Valencia, Athletic de Bilbao, Racing, 5 puntos, y el Numancia, que sólo ha sumado 3.

La mejoría es notable. De hecho, si el próximo domingo no pierde en Montjuic, el Mallorca habrá firmado la mejor segunda vuelta de toda su historia en Primera División.

Hasta la fecha, esa marca está en poder de aquel proyecto liderado por Héctor Cúper en la campaña 1997-98, cuando se embolsó 15 puntos en las siete primeras jornadas de la segunda parte. En aquella ocasión, el grupo isleño se impuso a Sporting (1-3), Tenerife (5-1), Compostela (3-1) y Racing (2-1), empatando ante Valencia, Deportivo y Valencia (0-0).

En el presente torneo, la transformación prendió mecha coincidiendo con el arranque del segundo tramo, el pasado 25 de enero. El Mallorca era penúltimo a 6 puntos del Numancia, que marcaba la salvación. Aquella tarde, Jurado frotó la lámpara para esparcir todo su talento por el césped de Son Moix. El gaditano se encargó de liquidar al Valencia y cortar una racha de once partidos consecutivos sin perder (3-1).

A la semana siguiente, en Pamplona, el grupo bermellón no pudo darle continuidad y dio un paso atrás. El gol de Walter Pandiani al inicio del encuentro tumbó a un Mallorca que acabó el duelo desquiciado por las expulsiones de Aouate y de David Navarro. El presidente Mateu Alemany cargó con dureza contra la actuación arbitral (1-0).

Siete días más tarde, el grupo bermellón dejó escapar dos puntos en los instantes finales, merced a un penalti inexistente que transformó Verdú y que le dio al Deportivo un punto que no había merecido (1-1).

A mediados de febrero, el Mallorca dio el golpe de timón necesario para tomar aire. En un estadio siempre complicado, ante un rival directo en la lucha por la supervivencia, un gol de Aduriz y la suerte -el Numancia estrelló dos balones en la madera- desembocó en un triunfo notable (0-1).

Siete días más tarde, el grupo de Manzano no completó un gran encuentro, pero volvió a capturar los tres puntos. La entrada del Chori Castro resultó fundamental. El uruguayo forzó un penalti que transformó Jurado, en el segundo remate, en los instantes finales de la cita. Segundo triunfo consecutivo.

El Mallorca divisaba otra final. Esta vez en El Molinón. Y supo estar a la altura merced a una falta magistralmente lanzada por Juan Arango (0-1) que desembocó en la tercera victoria y le permitió abandonar las plazas de descenso ocho jornadas después.

Y, anteayer, apelando a la épica y liderado por los suplentes Castro (2 goles) y Webó (1), el Mallorca igualó el 0-3 en los últimos minutos: 14 puntos de 21 posibles y tres puntos por encima del fuego.