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Fernando Fernández En un vestuario que derrocha juventud, la presencia de Pau Giménez parece desentonar, pero muy al contrario, es un estímulo añadido para los talentos de futuro del Bàsquet Mallorca. En el equipo EBA se vive un caso de esos únicos, pero a la vez llenos de sentimiento. Casi 23 años -faltan once días- separan al incombustible Pau Giménez (Palma, 3/7/69) y a uno de los jugadores más prometedores que ofrece el panorama mallorquín. Los 16 años de Miki Servera (Palma, 14/7/92) contrastan con los 39 del veterano ala-pívot que, cosas del destino, fue compañero de equipo y buen amigo del padre del exterior internacional, el legendario Toni Servera (también ha coincidido con su tutor, Willy Villar). «Jugué con Toni de los 19 a los 23 años. Y cuando ví a Miki, la sensación fue muy especial, además, es un fenómeno. Le conocí cuando era un bebé y le he visto crecer. Y ahora soy yo el que le hace los bloqueos», bromea el ex jugador del Inca, Patronato, Melilla o Muro, entre otras muchas escuadras. Giménez tiene asumido que el asunto de la edad es «una guerra perdida», pero se lo toma con humor. «¡Soy más viejo que el entrenador!», comenta con el sentido del humor que le define, aunque agradece la comprensión de Àngel Cepeda -el técnico- de quien destaca que «sabe apreciar mi experiencia, aunque los dos sabemos qué tenemos que hacer. No me atrevo a dar órdenes, él es el que manda», espeta el segundo jugador más longevo dela EBA, sólo superado por José Manuel Bermudo. Mientras, Servera es el más joven del equipo y de la competición.

Pau sólo tiene en mente «salvar la categoría», y deja ver que le queda cuerda para rato. «No concibo la vida sin el baloncesto, pese a que este año estuve a punto de dejarlo, pero me convencieron», comenta el jugador, que compagina la canasta con el triatlón y las medias maratones y se resiste a colgar la camiseta. «A los 45 me retiro», insinúa. De momento, ya ha pasado el testigo a Servera y el resto de integrantes de una generación que promete emociones fuertes.