Imagen del partido disputado el sábado ante el Athletic.

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Carlos Román / Miquel Alzamora El Mallorca ya sabe lo que le espera. Los de Manzano han vuelto a la periferia de la clasificación después de agotar en Bilbao el mejor ciclo de la temporada y empiezan a ser conscientes de que en los últimpos capítulos del campeonato no habrá un solo centímetro para la distensión. Cuando parecía que todo estaba bajo control, el equipo vuelve a acampar a dos puntos del acantilado y tendrá que renovar su crédito frente al Almería de Hugo Sánchez.

A la escuadra isleña no le ha alcanzado con hilvanar siete buenas jornadas para difuminar la amenaza del descenso. Pese a redactar una segunda vuelta de fábula en la que ha recopilado 18 puntos (es el quinto mejor conjunto de esta segunda mitad de la Liga por detrás de Madrid, Barcelona, Osasuna y Sevilla), la plantilla continúa inmersa en una agria batalla por la supervivencia y para que las cuentas cuadren necesita sumar cuanto antes los diez puntos que avalan la permanencia. En cualquier caso, el furgón de cola se ha comprimido tanto y hay tantos enfrentamientos directos por delante que las cifras de la salvación fluctúan semana a semana.

Para recuperar el terreno perdido en 'La Catedral', el Mallorca está obligado a echar el candado del ONO Estadi. Nadie ha ganado en Palma desde que lo hiciera el Madrid el pasado 11 de enero y para evitar que se sigan produciendo desprendimientos habrá que seguir esa línea, además de reactivar la cuenta de resultados a domicilio.

Sin munición
Pese a la bofetada que recibió en San Mamés, el Mallorca no ha perdido el guión que le ha inspirado en su remontada. El equipo sometió en todo momento a un Athletic muy inferior y rebajó la temperatura de las gradas a base de fútbol y ocasiones. La mala puntería de su futbolista más regular y dañino (Aduriz), unida al infortunio y al equivocado criterio de Mejuto obligaron a los isleños a agachar la cabeza. Y aunque no conviene relajarse, sobre el papel tampoco hay razones para encender las alarmas. A excepción de la lesión de Aouate y de otras variables incontrolables, el equipo tiene capacidad para salir del callejón.

La próxima parada se encuentra a los pies de un Almería restaurado por la pizarra de Hugo y las balas de Negredo. El cuadro andaluz abrochó el sábado su ascensión al Everest de la Liga y lo hizo a lo grande, amasando unas de esas victorias que disparan los niveles de autoestima de cualquier vestuario. Barrió al Villarreal (3-0) en media hora mágica y adelantó al Mallorca en la clasificación en un momento especialmente delicado para ambos. El domingo que viene, además, uno y otro tendrán que pelear para dominar el golaverage directo. Y por el momento, éste permanece inclinado hacia el costado de los rojiblancos, que ya impusieron por la mínima sus argumentos en el estadio de los Juegos Mediterráneos (2-1).

A partir de ahí, al Mallorca le esperan diez días frenéticos. Primero (19 de abril) visitará el cuartel de un Málaga obsesionado con volver a Europa y después (22 de abril) pasará por la caja de Son Moix un Valladolid sin grandes preocupaciones.

No obstante, la formación rojilla es sólo una más entre un pelotón en el que habitan también más del cincuenta por ciento de equipos de Primera. Del noveno puesto hacia abajo la clasificación echa humo y las chispas que provocarán los duelos directos irán recortando poco a poco la nómina de afectados.

Entre esa lista negra hay algunos equipos visiblemente tocados. Los peor parados, a día de hoy, siguen siendo el Numancia y el Espanyol, aunque ambos han cogido impulso este fin de semana y es probable que se mantengan en la pelea hasta la última jornada o que se lleven a alguien por delante durante un posible descenso. En cualquier caso, sorianos y catalanes se enfrentarán el domingo y uno de los dos se quedará a mitad de camino.

Además de esos dos enfermos críticos, al fondo de la tabla hay otros conjuntos en caída libre. El mejor ejemplo lo representan Getafe y Recreativo, que empiezan a atravesar ahora el tramo más espinoso del calendario. Betis y Osasuna también caminan sobre el alambre y al más mínimo descuido podrían despeñarse. El tiempo se acaba y los números se reducen. El que se mueva no saldrá en la foto.