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Fernando Fernández La homologación del Palma Arena se llena de interrogantes tras una visita de la Unión Ciclista Internacional (UCI) que siembra la duda ante la actitud de la embajada enviada por el organismo rector a escala mundial del deporte del pedal. El director técnico y la gerente de la instalación, Joan Llaneras y Marga García, a los que se unió más tarde el conseller d'Esports, Mateu Cañellas, escrutaron a fondo el recinto por espacio de más de cinco horas. Y las sensaciones no fueron buenas. La estructura del velódromo centró el interés de la misión de la UCI. Aspectos como la longitud, superfície, soportes de la pista, encajes de los listones, separación y acabados de los mismos fueron examinados con lupa, remitiendo los técnicos de la UCI al informe que elaborarán y remitirán tras repasar a fondo cada rincón del velódromo, que se someterá a una serie de mejoras para paliar los daños sufridos. Los responsables de la instalación esgrimieron una vez más argumentos como la existencia de pistas homologadas con similar diseño, el informe de seguridad de su arquitecto (Sander Douma), la celebración -con el beneplácito de la UCI- del Mundial de 2007 y varias concentraciones, la certificación de un récord del mundo (500 metros femeninos) y la oferta realizada por parte del organismo para acoger una manga de la Copa del Mundo, para defender la homologación del recinto, ante la ausencia de cláusulas reglamentarias que la impidan. La respuesta negativa de la UCI supondría un duro revés, buscándose soluciones que podrían llegar al extremo del levantamiento de la pista. Eso sí, la no homologación no afectaría al CEAR, contando aquí con el apoyo de la RFEC. Si la UCI no cede, el Govern está dispuesto a llevar el asunto al último extremo, haciendo valer la razón para cerrar un capítulo plagado de sombras por parte de la internacional.