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Tolo Jaume El planeta tenis se gira hacia Roland Garros y todas las miradas se ciernen sobre París a la misma velocidad que desaparecen los ecos de la victoria de Roger Federer de la Caja Mágica. La genial raqueta de Basilea ha reducido la distancia que le separa de Rafael Nadal en la ATP y se ha cargado de moral rumbo al Bosque de Bolonia. Anhela su primera Copa de los Mosqueteros y sobre la arcilla madrileña recogió los frutos del plan específico que puso en marcha en Cerdeña junto al austríaco Stefan Koubek para intentar minimizar la superiodad del mallorquín sobre el escenario rojo.

Federer no ha vuelto. Federer nunca se fue y Madrid, simplemente, le ha permitido hacerse con un plus de confianza en plena cuenta atrás hacia su sueño de conquistar el título del Grand Slam que le falta a sus vitrinas. Una prueba tangible de que está en el camino adecuado. En la Caja Mágica ha dado valor a su última maniobra por intentar destronar a Nadal de París en un hipotético duelo decisivo.

Las semifinales se habían convertido en el tope del tenista helvético desde sus lágrimas de la final del Open de Australia. Desde que estrenó su palmarés profesional nunca había llegado a mayo sin haber abierto sus vitrinas para colocar un trofeo. La derrota en octavos en Montecarlo supuso un aviso definitivo para que Federer pusiera en marcha un plan para disponer de las mejores condiciones si volvía a toparse con Nadal. El veterano tenista austríaco, Stefan Koubek, desveló recientemente que se ejercitó como sparring del actual número dos durante una semana en Cerdeña, justo antes de disputar el Masters 1000 de Roma. El tenista de 32 años, zurdo y con el revés a dos manos para más señas, se convirtió en compañero de mini-stage del suizo, que precisaba otra vuelta de tuerca para asaltar el territorio Nadal.

El gran dominio de Nadal sobre la tierra batida en los últimos años ha eclipsado en cierta medida los resultados del suizo en arcilla, por lo que Federer busca alternativas para dar el paso que les separa.

No en vano el trabajo intensivo realizado junto a Koubek no es el primer antídoto que Federer prueba para preparar un hipotético duelo con su enemigo íntimo. El suizo ya se encomendó en 2008 a la batuta de José Higueras para multiplicar sus prestaciones sobre arcilla y dar con la fórmula para acabar con la hegemonía de Rafael Nadal en la tierra. En 2008 el suizo conquistó el torneo de Estoril, cayó en la final de Montecarlo y dio por finiquitada su relación profesional con el preparador granadino tras despedirse por cuarto año consecutivo de su sueño de conquistar Roland Garros a manos del manacorí.

París es el sueño de Federer, pero también es un escenario en el que Nadal se crece, donde se siente a gusto y donde las condiciones sonríen a su estilo de juego. El tetracampeón de la Copa de los Mosqueteros volverá a aparecer como el gran favorito después de una campaña 2009 espectacular. Y es que cuando parece imposible superar los registros del año pasado Nadal los pulveriza. Cinco títulos y el nivel demostrado sobre la tierra han propiciado la consolidación del número uno y la constatación de la trayectoria al alza que sigue trazando el juego del balear.

La victoria de Federer en Madrid prueba la condición humana de Nadal. La derrota forma parte del juego y es necesario valorar las diferencias que hay entre la cita de la Caja Mágica con Roland Garros. La altitud de la capital de España favorece el saque del suizo, hace que los intercambios apenas existan y la rápida superficie de la pista Manolo Santana se añadieron a la fatiga acumulada por Nadal hicieron un guiño al número dos.

París es diferente y el mallorquín, que apenas dispone de 48 horas de descanso relativo, empezará a aclimatarse a la arcilla gala el miércoles, cuando se desplace a suelo francés con la intención de convertirse en el primer tenista en lograr cinco Roland Garros consecutivos.