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F.Fernández Hablar de Mugello y de MotoGP supone sumergirse en el feudo inexpugnable de Valentino Rossi. El 46 juega en casa, y el Gran Premio de Italia es algo más que una carrera para el de Tavullia, su localidad natal, ubicada a pocos kilómetros de un trazado en el que el ocho veces campeón del mundo no sabe lo que es quedarse fuera del peldaño más alto del cajón desde el lejano 2001. O lo que es lo mismo, en la era MotoGP -arrancó en 2002-, no hay quien le tosa a Valentino ante los suyos. Además de en la categoría reina, en 250 (1999) y en 125 (1997) también ha hecho sonar el inconfundible 'Fratelli d'Italia', provocando el delirio de sus incondicionales en la prueba más especial del curso.

Pero 2009 ofrece un panorama que permite soñar con un vuelco en la historia. Si Rossi ha demostrado que con Yamaha (2004 a 2008) y Honda (2002 y 2003) no tiene rival, puede que ahora el enemigo esté en casa. Más bien, al otro lado del muro del box. Y es que el líder del Mundial no renuncia a nada y, tras vencer en Le Mans y con 66 puntos -uno más que Rossi y Stoner- en su casillero, Jorge Lorenzo no está dispuesto a dejar pasar la ocasión de brindar un triunfo a los muchos seguidores que tiene en Italia (ayer inauguró el Fiat Open Lounge en Milán) y asestar un golpe moral a Rossi. La presencia de Lin Jarvis en la ciudad transalpina, además, invita a tratar la renovación del balear con Yamaha. Una simple cuestión de tiempo.