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Gregorio Manzano recurrió a un ejército de salvación de 24 futbolistas para sellar la permanencia, por décimotercera temporada consecutiva, entre la nobleza. El técnico de Bailén apostó por remover algunas piezas tras cruzar el ecuador del torneo. Esas permutas propiciaron que catorce jugadores disputaron más de 20 partidos y que, curiosamente, ningún portero rebasara la cifra de los 15 encuentros. Una vez más, Juan Arango fue el inquilino más utilizado por Manzano (sólo se perdió un partido), mientras que Alberto López y Dani Castellanos firmaron una presencia testimonial en la Copa del Rey.

El entrenador andaluz tuvo que variar su pizarra tras rebasar el primer tercio del curso. La lesión de Miquel Àngel Moyà alteró los planes del técnico, que recurrió a Germán Lux. La mala suerte persiguió de nuevo al portero argentino y el Mallorca comenzó a perder gasolina coincidiendo con la presencia del Poroto bajo los palos. El fichaje de Dudu Aouate en el mercado invernal taponó la hemorragia defensiva y el Mallorca, que llegó a encadenar 11 jornadas sin ganar -3 de 33 puntos posibles- comenzó a alzar la vista.

También la retaguardia sufrió retoques a lo largo del curso. Josemi y Corrales pagaron su irregularidad con la suplencia y sus sustitutos (Scaloni y Ayoze) aportaron más solvencia a los laterales.

En la sala de máquinas, Manzano apostó por entregarle los galones a Martí y el mallorquín cumplió con creces. Como escudero de lujo, en la segunda parte de la Liga apostó descaradamente por Cléber Santana y el brasileño respondió. Marcó dos de los golazos de la temporada: una chilena al Almería y un extraordinario tanto en el Bernabéu.

Reforzar más esa zona liberó a Jurado de su corsé y el gaditano explotó todo su talento. Comenzó a repartir asistencias y anotó 7 goles en la segunda vuelta de la Liga. Será una notable pérdida de cara a la próxima campaña. Aduriz respondió y selló su mejor año con 11 goles. Keita se erigió en el goleador de la Copa y aprovechó sus minutos en la Liga.