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Sir Bobby Robson, para muchos el corazón y el alma del fútbol británico, se marchó para siempre después de casi 60 años dedicado a este deporte, seis décadas en las que hizo gala de un comportamiento ejemplar que lo hará ser recordado más por los valores que encarnaba que por su palmarés. Porque hasta en la forma de irse ha sido todo un modelo a seguir. Incansable, llevaba luchando contra la enfermedad desde 1991, 18 años en los que le fue diagnosticado cinco veces cáncer y que, sin embargo, no lo alejaron de los terrenos de juego hasta casi el final de sus días. Robson era consciente de que el cáncer le estaba consumiendo, como confesó en 'The Sun' el 6 de agosto de 2008: «mi enfermedad está estable y no ha mejorado tras el último ciclo de quimioterapia. Siento que me estoy muriendo».

Pero no dejó de admirar el fútbol y muestra de ello es que el pasado domingo todavía se le podía ver en el campo, en Newcastle, disfrutando desde su silla de ruedas del partido entre Inglaterra y Alemania, y al que acudió con la medalla al mérito deportivo que le concedió la UEFA. Su muerte ha conmocionado al Reino Unido, suscitando un torrente de reacciones.

Sir Bobby Robson nació un 18 de febrero de 1933 en el condado de Durham, al norte de Inglaterra, hijo de un minero. Cuando estudiaba para electricista un balón se cruzó en su camino, y con sólo 17 años debutó en el Fulham. El delantero jugó 152 partidos en su primera etapa en el equipo londinense y metió 68 goles, tras lo que se marchó al West Bromwich, donde participó en 239 encuentros y marcó 56 goles, para después volver a recalar en el Fulham, etapa en la que sumó 193 apariciones más y se apuntó 9 tantos más. Sus registros le permitieron enfundarse la camiseta de su país e incluso participó en el Mundial de Suecia.

Estreno
Robson empezó su andadura en los banquillos en Canadá con el Vancouver Royals, aunque sólo un año después fue nombrado entrenador del Ipswich, con 35 años. Bajo su mando el equipo se clasificó por primera vez para la UEFA (72/73), quedó tercero en Liga en 1975, ganó la FA Cup en la 77/78 y alzó la Copa de la UEFA en 1981 tras vencer al AZ Alkmaar. El éxito le llevó al banquillo de la selección inglesa, donde vivió uno de los mayores sinsabores de su vida cuando Maradona y su famosa «mano de dios» abrieron el marcador en la victoria conseguida por Argentina en los cuartos de final del Mundial de México 86.

En 1991 fichó por el PSV, y de allí pasó a Portugal, donde entrenó al Sporting de Lisboa y el Oporto. Robson llegó al Barcelona en 1996 con la difícil misión de sustituir a Johan Cruyff. Junto a José Mourinho, Robson ganó la Recopa, la Copa y la Supercopa esa temporada, y quedó segundo en Liga por detrás del Real Madrid de Capello, siendo testigo de la explosión de Ronaldo. Sin embargo, Josep Lluís Núñez, firmó a Louis Van Gaal, pasando a formar parte del 'staff' técnico. Un año después (1998) regresó a Holanda con el PSV, y uno más tarde volvió a casa para coger las riendas del Newcastle. Con él, las «urracas» vivieron una época exitosa, clasificándose para la Champions (2002/2003).

Desde que en 2004 fuera relevado, no dejó de estar vinculado al fútbol y fue asistente del seleccionador de la República de Irlanda, Steve Taunton. Robson creó también una fundación que lleva su nombre con el objetivo de recaudar dinero para el centro de investigación contra el cáncer del Freeman Hospital (Newcastle). Su clase y sentido del humor eran dos de las señas más reconocibles del inglés. Entre las condolencias expresadas, una frase aparece repetida: «No hay otro como él».