Mateu Alemany durante su comparecencia ante los medios.

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Por segunda vez en el último lustro, Mateu Alemany cerró la puerta del Real Mallorca. En apenas veinte minutos, el presidente del club balear -que hoy le entregará el testigo a su sucesor José María Lafuente López- relató la historia de su segunda aventura en la entidad, una etapa que asumió el pasado 15 de enero bajo una situación de crisis total -el equipo estaba en descenso y el futuro de la compañía en riesgo- y que finiquita siete meses después con la «satisfacción del deber cumplido». El abogado andritxol, que no formará parte del nuevo proyecto aunque «ayudaré en lo que necesiten» porque «considero que se ha acabado un ciclo y debe entrar gente con ilusiones renovadas», afirmó haber llegado a este día «con las pilas justas» después de haber finalizado el trabajo «mejor de lo previsto» y con todos los objetivos cumplidos.

Alemany, que además de ocupar la presidencia llegó a ser propietario del Real Mallorca durante 37 días -desde que compró el paquete accionarial en poder de la familia Grande el pasado 30 de junio hasta que vendió a los hermanos Martí Mingarro el pasado viernes día 7- abrió el libro de los agradecimientos en su despedida: «Quiero dar las gracias a Viajes Iberia; a Hacienda por aplazar los pagos; a Sa Nostra por un préstamo que nos concedió y a los jugadores y técnicos por el aplazamiento de sus pagos; a los empleados que se han esforzado para estabilizar un barco que navegaba a la deriva y a la afición, que se merece un 10 sobre 10».

El gestor mallorquín, que se permitió la licencia de bromear sobre sus despedidas («ya es la segunda vez que digo adiós y supongo que no habrá una tercera»), aseguró irse de forma diferente que en 2005: «Entonces estaba un poco pasado de rosca. Ahora me voy satisfecho por el trabajo realizado, aunque triste por decir adiós a un club que me lo ha dado todo».

Alemany consideró «bueno» el cambio. «En mi cabeza está que llega un etapa nueva, con conceptos de gestión diferentes. Es bueno que haya cambios en una institución, y ahora sólo pienso que dejo el Mallorca y no se me pasa volver. Aunque ya lo dije hace cuatro años... Nunca se sabe, pero ahora creo que ya he hecho todo lo que tenía que hacer y hay que dejar paso a otras ilusiones, otros proyectos».

El abogado insistió en el «éxito» de la gestión del equipo que ha liderado tanto en el aspecto social, como en el deportivo y en el financiero. «Cuando llegué el club atravesaba una situación social, económica, institucional y deportiva muy complicada, con dudas en torno al futuro de la entidad. Ahora el equipo se mantiene en Primera, la afición vuelve a estar a su lado y el Mallorca ha recuperado su credibilidad. Pienso que hemos ganado todos».

Al respecto de sus peores momentos a lo largo de estos siete meses, el presidente señaló la presión de cada domingo porque no sólo estaba en juego el futuro del equipo en Primera, sino el destino de la entidad. «El club se jugaba su viabilidad si no conseguíamos la permanencia. El trabajo del cuerpo técnico y de los jugadores fue excelente y afortunadamente el equipo logró salir de esa situación». Aseguró que vivirá los encuentros desde la grada como un aficionado y abonado más, y solicitó el máximo apoyo hacia la nueva propiedad del club.

Al respecto de las críticas surgidas sobre su beneficio, apuntó: «En la operación todo el mundo ha salido ganando y al club no le ha costado ni un euro. El 15 de enero, cuando yo entré, nadie se quería hacer cargo de la sociedad porque suponía asumir un riesgo conjsiderable porque la cosa no pintaba bien. Ahora, a posteriori y viendo cómo ha ido todo, es fácil hablar. Pero en el caso de que no hubiera salido bien, el perjuicio hubiese resultado extraordinario para mí».

En cuanto a José María Lafuente López, que salvo giro radical se convertirá hoy en el nuevo presidente del Mallorca, apuntó: «Es una persona capacitada».