A falta de sólo seis días para que arranque la Liga, en Son Moix siguen sonando las alarmas. El Mallorca se adentra en la última semana de la pretemporada con un proyecto deportivo en pañales y un saco de dudas a la espalda. El club balear sigue sin cerrar las incorporaciones necesarias para cubrir los huecos que se han ido abriendo durante el verano y las discrepancias entre el técnico y la nueva propiedad amenazan con desestabilizar aún más a una entidad en permanente estado de ebullición. Si a todo eso se le suma la mala imagen que ofreció anoche el equipo en el Ciutat de València, el panorama resulta desolador.
El club, que empieza a acostumbrarse a los veranos explosivos, parece haber tocado fondo este año. Tras el frustado proceso de venta protagonizado por el empresario Carlos González, que ralentizó más de lo previsto la planificación del ejercicio, Mateu Alemany acabó vendiendo sus acciones al Grupo Safín, aunque por el momento eso tampoco ha mejorado la situación en ningún sentido. El Mallorca ha perdido a sus efectivos más desequilibrantes (Moyà, Scaloni, David Navarro, Cléber, Jurado, Arango...), pero apenas ha intervenido en el mercado para reforzarse. A día de hoy, la única incorporación totalmente cerrada es la del central Rubén González (Celta) y pese a que hoy mismo debería unirse a la lista el portugués Bruno China (Leixoes), el conjunto bermellón sigue arrastrando unas deficiencias enormes.
Congelados
En esa dirección, las llegadas de los dos objetivos prioritarios del entrenador (Camuñas y Borja Valero) continúan estancadas. Recreativo y West Bromwich Albion se mantienen firmes en su postura y si el Mallorca no hace un nuevo esfuerzo en el aspecto económico es probable que no pueda fichar ni a uno ni a otro. En cuanto al club inglés, exige casi medio millón de euros por la cesión de Borja, algo lo que no pueden acceder los bermellones pese a tener ya cerrado un acuerdo con el futbolista. Lo onubenses, por su parte, pretenden ingresar cerca de un millón por Camuñas. En el caso de este último, es cierto que el tiempo juega a favor del Mallorca (el centrocampista madrileño acaba contrato en 2010 y no parece dispuesto a pasarse un año en Segunda), pero el inicio del curso se acerca y el asunto corre el riesgo de enquistarse.
En cualquier caso, lo más preocupante es la sensación que flota en el ambiente y la guerra abierta entre Manzano y Martí Asensio, que podría vivir hoy un nuevo episodio con la llegada de Bruno China. El técnico andaluz no está nada conforme con la política que está llevando a cabo la propiedad desde que aterrizó en la Isla y no ha tenido ningún inconveniente a la hora de exhibir públicamente su indignación. En principio, las dos partes debían reunirse ayer para limar asperezas y reconducir la crisis, pero ni uno ni otro han aclarado el tema de puertas hacia fuera y todo sigue en el aire.
Mientras tanto, el Xerez está a la vuelta de la esquina y una derrota el domingo en Son Moix (17.00 horas) podría dejar más en evidencia al proyecto. Será también la primera ocasión en la que la afición se pronuncie.
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