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El contraste se ha instalado en el Real Mallorca. La privilegiada situación del primer equipo, asentado en la pasarela de la Liga y monopolizando todas las tertulias tras su exhibición de fe y coraje el pasado sábado en el Vicente Calderón "empató el partido con nueve jugadores" difiere con el caos institucional que se respira en las entrañas de la entidad. Mientras el cuerpo técnico y los futbolistas están comprometidos desde la primera entrega del curso, la nueva propiedad sigue sin encontrar una solución a los problemas, sobre todo económico, que amenazan la estabilidad de la SAD balear.

Si la familia Martí Mingarro no comienza a inyectar dinero a la sociedad de inmediato, el riesgo de acudir a un concurso de acreedores se antoja cada vez más elevado. Y es que los obstáculos se amontonan: los bancos niegan financiación; no se están cumpliendo los compromisos con la Agencia Tributaria y se solicitan más aplazamientos; los impagos a proveedores están a la orden del día y los jugadores, a los que se les adeuda toda la temporada pasada, aún no han percibido la prima correspondiente tras ganar al Getafe hace ocho días. Por si esto fuera poco, se han producido ya las primeras discrepancias entre la propiedad y el presidente Tomeu Vidal, que no estuvo el pasado sábado en Madrid...

La propiedad del Real Mallorca adquirió la entidad con el compromiso de reducir a cero la deuda, que ronda los 50 millones de euros, en «cuatro o cinco años». Dos meses y medio después de la irrupción de la familia Martí Mingarro en el accionariado, la situación no ha mejorado. Los bancos han cerrado el grifo y niegan financiación, un problema añadido a las dificultades de la entidad para generar recursos. El compromiso con Hacienda tampoco se está cumpliendo según los plazos previstos y se solicitan nuevos aplazamientos. La situación económica es tan delicada que si la propiedad no se rasca el bolsillo e inyecta una cantidad importante de dinero, existe un riesgo evidente de acudir a un concurso de acreedores.

En esta moneda de dos caras, la cara es para la plantilla y el cuerpo técnico. Tanto Gregorio Manzano como los futbolistas, que no han cobrado todavía la pasada temporada, están demostrando su compromiso desde la Liga abrió el telón. Siempre en posiciones europeas, el cuerpo técnico y la plantilla están apostando por una única dirección, como quedó demostrado el pasado sábado en el Vicente Calderón, en una exhibición de amor propio. Manzano, además, está logrando esquivar todos los problemas extradeportivos que han rodeado el día a día con un trabajo extraordinario. A pesar de la muestra de desprecio de la propiedad, que está recorriendo media España en busca de un entrenador para la próxima temporada, el técnico de Bailén está firmando sus mejores números como entrenador. También los jugadores están explotando al máximo su rendimiento. A pesar de que no han recibido la prima pactada por ganar al Getafe -que debe abonarse el viernes siguiente al encuentro- tiraron de orgullo el pasado sábado.

Javier Martí Asensio se ha instalado en Madrid. El consejero delegado del Mallorca, que durante este mes de octubre apenas habrá dormido cinco noches en la Isla, se ha acostumbrado a dirigir la entidad desde la capital de España, una circunstancia que está provocando un vacío de poder notable y que también ha generado debate por los pasillos de Son Moix.

El hijo del propietario es el único con firma en la SAD balear y cualquier gestión interna de la entidad, por rutinaria que sea, se eterniza por la ausencia de Javier Martí.

Otra herida que se ha agrandado en las últimas horas afecta directamente a la relación entre el presidente institucional Tomeu Vidal y la propiedad. Las primeras discrepancias por disparidad de criterios ya han salido a la luz y la situación podría agravarse en un futuro. La ausencia del presidente en el palco del Vicente Calderón confirma ese distanciamiento.