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El Real Mallorca vuelve a citarse con su competición favorita, la Copa del Rey. Dos finales que no ganó, ante el Atlético en el 91 y frente al Barça en el 98 y una en la que sí saboreo las mieles del triunfo, contra el Recreativo en 2003 conforman una hoja de servicios impecable. No todos los clubes de Primera, a excepción de los grandes, pueden dirigir sus miradas hacia su historial y encontrar un currículum copero tan brillante. Sin ir más lejos, la pasada temporada se metió en semifinales y sólo el penalti atajado por Pinto ante un disparo de Martí evitó que los baleares volvieran a saborear las mieles de un nuevo día histórico para el mallorquinismo.

 

Pero el problema de la Copa es el camino que resta hasta llegar a los mejores momentos, la travesía del desierto que hay que cubrir mientras aparecen las emociones fuertes e intensas. Hoy por ejemplo. Los de Manzano arrancan en Pucela, ante el Valladolid. No es un partido atractivo, tampoco emocionante, es uno más, la primera piedra en el trayecto. Llega entre la euforia por la heroicidad protagonizada en el Calderón y el encuentro de la próxima jornada ante el Racing.

 

Y es que estos primeros combates coperos se sitúan en plena vorágine liguera y cambiar el 'chip' no es fácil para nadie.

Pero el Mallorca hoy tratará de hacerlo. Los futbolistas saben que la mejor manera de seguir marcando diferencias en la Liga es prorrogar en la Copa del Rey la inercia positiva del campeonato doméstico.

 

A partir de ahí Manzano ha tratado de mentalizar a su grupo. El jienense volverá a poner a prueba la profundidad de plantilla, entre otras cosas porque deja en Palma hasta seis titulares. Aduriz, por lesión, mientras que por decisión técnica prescinde de Josemi, Julio Àlvarez y Nunes. Ayoze y Víctor inicialmente se quedaban fuera, pero finalmente entraron en la convocatoria, aunque no es previsible que jueguen.

 

Sin embargo, el posible once que hoy saltará sobre el césped de Pucela tiene suficientes argumentos futbolísticos como para no salir excesivamente tocado del partido e incluso para poner en serios apuros a un Valladolid, que sí prescindirá del gran bloque de la Liga. De hecho, el cuadro blaquiazul presentará un equipo totalmente inédito, pero con un objetivo claro, más o menos similar al del cuadro balear, es decir, dar continuidad a la marcha de la Liga.

 

Pero en lo que nadie piensa es que pueda revivirse el partido de ida entre ambos equipos y correspondiente a la quinta jornada de Liga donde los baleares vencieron por tres tantos a cero. No hubo rival ni color sobre el campo, fue un monólogo de los baleares, algo que hoy será difícil que se vuelva a dar. Ni es la Liga, ni tampoco son las mismas circunstancias. Los onces serán diferentes y resta un partido de vuelta por delante, demasiados condicionantes que hacen del choque nocturno de hoy un partido diferente.

 

A favor de los baleares está el hecho de que el partido de vuelta se juega en casa y esto sabe manejarlo muy bien el once de Manzano.

El Mallorca ha aprendido a moverse con solvencia en eliminatorias a doble partido, es letal en este sentido y pretende volver a demostrarlo una ronda más. El objetivo inicial es claro, no encajar goles y si es posible marcar. Éste es el plan perfecto para una eliminatoria de Copa, pero no es fácil resolverlo satisfactoriamente en cada jornada. Hoy el preparador balear dará opciones a Pezzolano y Keita, todo indica que Borja y Webó estarán en el banquillo y que en el once inicial se podrá ver a un, hasta ahora, inédito Mattioni. La prueba en sí es más que interesante, entre otras cosas porque si este equipo da la cara y resuelve el choque con satisfacción, entonces Manzano sí tendrá la seguridad de que su 'fondo de armario' es más que solvente para transitar por la larga temporada con garantías de éxito.