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Un gigante con pies de barro y sin ningún tipo de músculo económico, al menos para inyectar en el Real Mallorca y oxigenar su grave carencia de liquidez. Esa es la realidad de la propiedad del club que ayer, tras numerosas reuniones con los miembros del consejo, quedó al descubierto y confirmó las noticias que durante estos últimos días se habían viniendo relatando a través de las páginas de este periódico.

Apenas dos meses después de que la familia Martí Mingarro hiciera efectiva la compra del club, los problemas económicos han dejado en evidencia que ni hay músculo, ni hay dinero y lo que es peor, no hay manera rápida de encontrar financiación.

El primer síntoma claro de que el Grupo Safín empezaba a caminar solo se dio el ocho de octubre cuando este periódico relataba que el Mallorca estaba construyendo un proyecto en la 'orfandad'. La afirmación no era ni mucho menos gratuita. Los patrocinadores importantes del equipo habían llegado a un acuerdo de intercambio de productos, no económico, que era la principal necesidad del club. En este sentido la firma ONO no tenía previsto renovar el patrocinio del estadio y el canal autonómico balear anunciaba la necesidad de recortar la subvención para adecuarla a los tiempos de crisis actuales, en lo que era una decisión apoyada por los partidos que conforman el órgano directivo del ente. Paralelamente a estos problemas sobrevieron otros como el impago por parte del Deportivo de las cantidades que debía percibir el club balear en concepto del traspaso de Luque. Todo junto, unido a la marcha de aficionados de Son Moix, hacían que el proyecto se desangelara de forma importante en sus ramas más importantes, la económica y la social. Por si esto fuera poco, las deudas con la Agencia Tributaria llaman a la puerta, circunstancia que también quedó relejada en la edición del pasado ocho de octubre. La nueva propiedad se metía en un callejón sin salida, principalmente por la negativa de tirar de recursos propios y esperar, de una parte, financiación propia y de otra apoyo de las entidades bancarias. No se ha producido ni una cosa ni la otra, de ahí la situación de grave crisis económica por la que atraviesa el club y que impode abordar pagos de forma inmediata. Martí Asensio trataba de serenar la situación, pero la realidad ha sido bien distinta. No hay salida a esta encrucijada y salvo milagro el club se abona a un concurso de acreedores o a una nueva e inminente venta.