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Con un estilo de juego definido, el sistema defensivo engrasado y las gotas de talento de Borja Valero que marcan la diferencia, el Mallorca sigue reescribiendo su propia leyenda. Suma cinco victorias consecutivas en casa, un pleno al 15 sin precedentes en el cajón de la historia, y se mantiene instalado en Europa con una cuarta parte del curso ya archivado y prácticamente la mitad de la permanencia en el zurrón.

El grupo de Manzano firmó ayer una de esas funciones marcadas por la calidad en la pegada. A los 20 minutos, Serrano arrojó a la basura una ocasión de oro ante Aouate desde el punto de penalti y, a la jugada siguiente, Webó le echó el lazo a un pase de orfebrería de Borja para destapar a Toño. Del posible 0-1 al 1-0 en cuestión de segundos. Inmune al virus institucional, la plantilla sigue cumpliendo con un triunfo que denota su compromiso y que vuelve a dejar en evidencia a la propiedad.

La solvencia del proyecto armado por Gregorio Manzano es envidiable. Sustentado sobre los guantes de Aouate, la fiereza de Nunes y la brújula de Borja, el técnico jienense está exprimiendo al máximo el valor de un vestuario minimizado hace apenas dos meses y que ahora desfila por la pasarela más lujosa de la Liga. Al margen de las gotas de talento, la plantilla transmite una solidaridad enorme y apenas necesita tres toques para crearle peligro a su enemigo. Laterales e interiores se cubren las espaldas, Víctor y Webó se vacían en terreno enemigo y Borja también sabe rebañar cada balón cuando el fútbol se vuelve subterráneo. La aventura inglesa ha convertido a un buen futbolista en una pieza insustituible. Todo gira en torno a él. En corto o en largo, cada balón que toca Borja se convierte en una bendición para el compañero; en una amenaza para su rival.

El partido nació con brío. El Racing arrancó con pujanza ante un Mallorca que presentaba varias cicatrices en su zaga. Manzano cubrió las ausencias de Josemi y Ramis con Mattioni y Rubén, que cumplieron con nota. El defensa brasileño se rebeló como un jugador descarado y eléctrico, el prototipo de lateral brasileño que se cubre la cabeza pero se destapa los pies. Peligroso cuando se asoma a terreno enemigo, Manzano le tiene que atar en corto por su vocación ofensiva. Firmó dos acciones individuales de hemeroteca, una en cada parcial, que no culminó por el acierto de Toño. En ambas, pecó de individualista, pero si se aplica en tareas defensivas, Josemi ya puede olvidarse de la titularidad.

Ese buen arranque foráneo se diluyó a los veinte minutos. Luis García botó un córner, sus compañeros atendieron a su señal y crearon un enorme agujero en el punto de penalti. Por allí apareció, solo, Oscar Serrano, que se llenó de balón y envió a las nubes su disparo con toda la portería para él. Con los cántabros lamentándose, Aouate sacó en corto, Rubén prolongó para Webó, el balón le llegó a Borja que levantó con arte el cuero por encima de un defensa. El camerunés sacó a paseo su diestra para romper el esférico y batir a Toño (min. 18). La tarde cambió en cuestión de segundos.

El Racing reaccionó a ese mazazo con un par de acercamientos que solventó Aouate. Nada serio. Por su parte, el Mallorca se mantuvo fiel a su estilo. A base de paciencia y criterio, creó las mejores ocasiones. Primero con una pared entre Víctor y Borja que acabó con un chut del madrileño que despejó Toño. Y después con una acción individual de Mattioni, autopase dentro del área incluido, que también abortó el meta cántabro.

En el segundo acto, el Racing no encontró jamás su sitio -ni siquiera cuando Mandiá metió en l arena a Geijo, Arana y Xisco- ante un Mallorca que desperdició ocasiones para cerrar el marcador. Sobre todo Víctor, al que le anularon un gol que pudo costar caro. Sobre todo porque tres compañeros fueron a abrazarle, mientras el Racing montaba la contra. Hubo otro slalom de lujo de Mattioni -que no le cedió el gol a Víctor y su disparo acabó en Toño- y una jugada de chupón de Keita en los estertores. Lo mejor del Racing, una vaselina de Luis García que salió desviada. Al final, el Mallorca alzó los brazos para celebrar su quinta victoria consecutiva en casa y dar otra lección de profesionalidad y compromiso. Otros, lamentablemente, no pueden decir lo mismo.