Mucho ha cambiado en el año y medio transcurrido desde aquel torneo, en el que España conquistó con un fútbol total su segunda Eurocopa y su primer gran torneo en 44 años, aunque se mantiene dos constantes: el buen juego y el gran trabajo colectivo. En Austria también se fraguó el llamado «espíritu de Neustift», el idílico valle alpino a 25 kilómetros de la ciudad de Innsbruck en el que el grupo encontró durante la concentración el necesario aislamiento y la unidad para templar su fútbol.
Esa noche en el Estadio Ernst Happel de Viena se rompió la maldición que había perseguido a generaciones de aficionados desde 1964, que no vivían un triunfo en una gran cita desde aquel gol de Marcelino a un país ya extinto, la Unión Soviética, en una final disputada en una España en blanco y negro.
El armazón de esa selección exquisita que ha reivindicado el toque de seda, la velocidad, y ha jubilado el ideario de la airada «furia roja» se mantiene con Andrés Iniesta, Xavi Hernández, David Silva, Xabi Alonso y Cesc Fábregas a los mandos.
Xavi Hernández, de 29 años, el mejor jugador de la Eurocopa 2008, llegará al Mundial de Sudáfrica, al igual que la columna vertebral de la selección, en el apogeo de su carrera.
Pero también se han producido algunos cambios, el más importante en la caseta, el ideólogo de la revolución de los pequeños, Luis Aragonés, que creyó en que la asociación del talento en el medio campo era la principal virtud del equipo, ha dejado de dirigir a la selección.
El proyecto iniciado por Aragonés en la Eurocopa ha encontrado continuidad en Vicente del Bosque, un hombre discreto y sensato que ha rejuvenecido a la selección sin cambiar su espíritu y cuya autoridad ha quedado refrendada por las estadísticas.
Desde que dirige la selección, el equipo ha ganado 20 de 21 encuentros, ha anotado 58 goles y ha encajado 12. Su paso por la clasificación mundialista se saldó con un pleno de victorias, algo sólo logrado por Brasil para la copa de 1970 y Alemania para la de 1982.
La única derrota en su etapa como seleccionador se produjo el pasado junio, por 2-0 ante Estados Unidos en las semifinales de la Copa Confederaciones.
La principal preocupación de Del Bosque, ha repetido, es que la complacencia y la satisfacción instauren un sentimiento acomodaticio que les robe a sus discípulos el hambre de éxitos.
Entre el combinado que se alzó con la Eurocopa en Viena y el que el miércoles se enfrentará a Austria en un amistoso destaca la ausencia de Fernando Torres por lesión, el héroe aquella noche.
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