Sabedor de la agresiva, y sobre todo, profundísima defensa que acostumbran a practicar a los surcoreanos, el técnico español, Valero Rivera, no dudó en apostar desde el principio por los «jugones» del equipo.
Sabedor de la agresiva, y sobre todo, profundísima defensa que acostumbran a practicar a los surcoreanos, el técnico español, Valero Rivera, no dudó en apostar desde el principio por los jugones del equipo.
Los Sarmiento, Gurbindo o Cañellas tenían la misión de aprovechar los numerosos espacios dejados por la defensa asiática tanto para penetrar como, esencialmente, para surtir de balones a los siempre efectivos jugadores de segunda línea del conjunto español.
Una premisa que se cumplió en los primeros minutos en los que el balón llegó con claridad a los extremos donde Albert Rocas y Cristian Ugalde demostraban todo su talento para batir al portero surcoreano Chanyoung Park. Circunstancia que unida a la solidez del sistema defensivo español, que volvió a contar con el respaldo de Arpad Sterbik, recuperado ya de la lesión que le impidió disputar el encuentro del pasado martes ante Dinamarca, permitió a España abrir una esperanzadora brecha (8-4) en el marcador.
España no estaba dispuesta a que se le escapase un partido que sabía indispensable para asegurarse el pase a cuartos, por lo que apretó de nuevo los dientes, sobre todo en defensa, para frenar a una Corea, que sin Yi Kyeong Park, lesionado, quedó desnortada en ataque.
España, pensado en la importancia que puede tener la diferencia de goles en la resolución final del grupo, trató de aumentar la renta lo máximo posible, sin éxito, ante la resistencia de Hyowon Eom, el más efectivo de los surcoreanos, que personificó como nadie el «incordio» que supone siempre jugar con la inagotable Corea.
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