Viçens Reynés. | M. À. Cañellas

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Si no ha oído hablar de él, su naturalidad e indiferencia transmiten total normalidad. En lo físico, todo parece en orden y en el trabajo, un camionero currante y humilde, terminan de moldear una apariencia humana muy simple. Sin embargo, Vicenç Reynés no es un hombre cualquiera. Y es que 45 años de edad y 24 de experiencia en la Tercera División balear lo corroboran. Nadie puede presumir de una trayectoria como la del jugador del Campanet, de la Primera Regional Preferente, y ex de clubes tan importantes de la Isla como Alcúdia, Poblense, Binissalem y Atlètico Balears.

A estas alturas, cualquier jugador habría pensado en colgar las botas. No es el caso de Reynés, quien, no obstante, debe asumir su papel en un vestuario plagado de jóvenes: «Recuerdo que en un amigo invisible me regalaron un bastón», bromea. El veterano jugador se aferra a su experiencia y las piernas no le pesan para seguir enérgico. «Me gusta estar activo y el fútbol, además, es una excusa para hacer piña».

El fútbol no le da para vivir. Por eso, la de camionero es su verdadera profesión, la que ha heredado de su abuelo. «Madrugo todos los días sin un destino fijo y muchas veces no tengo tiempo ni de comer», explica. Cuando empieza la temporada su rutina es la misma, solo que con el balón de por medio.

Por supuesto, había que preguntarle por su secreto. Y es que conservar el físico a los 45 años de ese modo no es cosa fácil. «He tenido mucha suerte con las lesiones; me intento cuidar y nunca estoy parado». También se atreve a dar algún consejo a los jóvenes. «Deben tomarse el fútbol más en serio. Algunos llevan una mala vida», añade.

Debutó en Tercera División a los 16 años y, en su longeva trayectoria como futbolista, el de Alcúdia ha consumado un campeonato en la misma, con el Atlètic Balears, y ha levantado la Copa Federación con el Poblense. Con el primero guarda su mejor recuerdo; con el Binissalem, la «mayor decepción». Superaron al Reus y al Monzón en la fase de ascenso a Segunda División B, pero no al Lepe, que se impuso a a los assules con polémica.

Personalmente, ha tenido tres entrenadores que le han marcado en su etapa como jugador: Miguel Mayorga, Miquel Garriga y Tomeu Pons. Especialmente este último, del que destaca que se llevó a «un amigo».
Ahora, centrado en el Campanet, se marca como objetivo la permanencia, aún con el amargo recuerdo de la derrota ante el Esporles en la fase de ascenso a Tercera hace dos años «Este año cuelgo las botas», señala, aunque sus compañeros le vacilan por llevar «diez años repitiendo lo mismo». Sea o no éste el año de su retirada, la historia de Vicenç Reynés ya se ha ganado el respeto del fútbol balear.