Enric Mas, el ciclista de moda | Teresa Ayuga

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Le resulta imposible dar más de cuatro pasos sin que nadie le pare, le lance una felicitación al vuelo o quiera estrechar su mano para darle en persona la enhorabuena. El cariño que Enric Mas Nicolau (Artà, 1995) recibe de su gente, de los vecinos de toda la vida, es uno de los motores que le lleva a prepararse para hacer historia. A nivel personal y para el ciclismo balear, el joven talento artanenc ya inscribió su nombre en una de las cimas icónicas del deporte del pedal.

Su victoria en Arrate, en el cierre de la Itzulia, de la Vuelta al País Vasco -una de las contadas pruebas del UCI World Tour que se corren sobre asfalto español-, y la general de los jóvenes han llenado de orgullo al Quick Step Floors. «Me han felicitado todos. Tenemos un grupo de WhatsApp y, para lo bueno y lo malo, siempre hay mensajes», confesaba Enric, que nada más aterrizar en Mallorca, se subió a la bici «para estirar las piernas», y acto seguido recibió un pequeño homenaje de sus más allegados, como empieza a ser costumbre en Artà.

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Junto a su familia, su novia, su abuela -a quienes dedicó la victoria en Arrate- y su gente, ayer se le veía «feliz» por su pueblo antes de hacer las maletas rumbo a Bélgica. El tríptico de las Ardenas (Amstel Gold Race, Flecha Valona y Lieja-Bastogne-Lieja) le espera. «Es una experiencia, algo único. Además, el equipo juega en casa», comenta Enric, que tras este tramo intenso parará una semana y ya focalizará sus miras en la Vuelta a España, que preparará en altura, principalmente en Andorra, donde instaló uno de sus centros de operaciones.

Emoción
La épica victoria en Arrate culminó «el día que siempre había esperado. Cuando te dicen que eres el futuro del ciclismo y tienes cualidades, es una forma de demostrar que vamos por el buen camino». Esos halagos los transforma en «confianza», sabiendo administrar esa presión externa que le señala como el sucesor de un Alberto Contador que se unió a la lista de felicitaciones. Enric Mas palpó el valor de su triunfo desde su propio equipo, «y es una forma de agracerles a todos, desde Patrick (Lefevere) a mis directores y compañeros, la confianza que han depositado en mí». Suiza, Valonia o San Sebastián serán sus tests para una Vuelta en la que recoge «el guante» si llega como jefe de filas y espera hacer algo grande «sabiendo cómo correrla, para llegar fresco a la última semana, la decisiva».