— Tras tres títulos consecutivos y viendo el desarrollo de la temporada, el subcampeonato de 2019 es un gran resultado…
— Está claro que viniendo de un último ciclo tan bueno, nos habíamos malacostumbrado. Siempre estábamos al 100% en el periodo de competición, pero en 2019, ese medio parón obligado por unas molestias me llevó a renunciar a la general a mitad de año. Pero remontarlo como lo hice en las últimas carreras y en la Gran Final te deja un muy buen sabor de boca. Uno se queda con ese tramo final en el que, estando bien físicamente, he rendido al nivel esperado. Y lo positivo de todo esto es que ha pasado en año preolímpico y no en 2020.
— El único pero es ese bajón en Bermuda, Yokohama y Leeds. Un lastre difícil de remontar.
— Uno ya no sabe si lo normal es estar bien. Me había acostumbrado a estar casi siempre a tope y sin problemas en periodos de competición. Y en un Mundial como el nuestro, en el que debes estar más de medio año a tope, no es fácil. De esto he aprendido. Las lesiones y los problemas físicos son parte del juego.
— ¿Ha servido este año preolímpico para dar entrada al circuito a nuevos nombres?
— Es una parte de la evolución del deporte. Siempre hay gente que llega por detrás empujando y que obligará a los que están a apretar para no verse superados. Los noruegos no son tan jóvenes como Alex Yee, pero son relativamente nuevos en este deporte o tienen menos experiencia. El australiano Birtwisthle tiene cinco años menos que nuestra generación y ha rendido bien. Más atrás está el propio Yee y los jóvenes australianos.
— ¿Cómo se lleva la presión de ser el rival a batir?
— Desde el momento en que empecé a competir a nivel absoluto, mi mejor disciplina era la carrera a pie. Y si lo hacía bien y estaba delante al empezar el segmento, sabía que tenía mis opciones. Y los demás también. No ha cambiado la cosa. Es algo con lo que siempre he convivido. Los buenos resultados en los últimos años no tienen nada que ver. Para mí, la clase es minimizar la pérdida y nadar lo mejor posible. Después, trabajar en bici la primera parte para enganchar o no perder, y disputar la prueba a pie. Nunca siento una presión directa hacia mí, cada uno saca partido de sus fortalezas y aprovecha las circunstancias de carreras. El estrés de hacer una buena natación y estar atento en bici es algo con lo que convivo y que siempre he tenido que hacer.
— Siete años seguidos presente en el podio mundialista, con tres títulos. Suena fuerte…
— Al mirar los trofeos, realmente eres consciente de todo lo que has conseguido. Yo procuro no pensar demasiado, simplemente soy consciente de que la vida del deportista es corta. No es una carrera profesional al uso y hay que aprovechar cuando estás bien, y en los últimos siete u ocho años lo he estado y me ha permitido conseguir lo que he logrado. Pero no me paro a pensarlo, pues hay gente que tiene el aliciente extra de ser campeón del mundo y yo tengo que sacar fuerzas para volver a ganar o estar entre los mejores.
— ¿Valora especialmente el subcampeonato de esta campaña tras encadenar tres años consecutivos siendo el mejor?
— Cuando ganas una segunda o tercera vez, pierdes un poco la perspectiva. Incluso los que estamos peleando día a día, se nos olvida un poco lo complicado que es. Imagínate la gente que te ve unas cuantas veces al año. Al final, uno mismo tiene que reconocer y valorar el trabajo de todo un año. A mitad de año, hubiera firmado ser segundo en el Mundial. El ejemplo fue la final del Mundial de baloncesto, cuando el seleccionador argentino dijo que no habían perdido, sino que habían ganado la plata. Pues yo siento este año que no he perdido el Mundial. Lo había perdido, o muchas opciones a mitad de año, pero le doy un gran valor a la segunda plaza.
— Y, encima, lo gana un amigo y compañero de entrenamientos: Vincent Luis.
— Al final es un deporte en el que hay buen ambiente. El resto del grupo es o se siente partícipe de los logros de cada uno. Todos nos ayudamos a ser mejores y tenemos ‘culpa' de que a nuestros compañeros les vaya bien.
— ¿Es consciente de que se acerca ese año que llevamos tanto tiempo esperando?
— Es una oportunidad que pasa una vez cada cuatro años y es lo que lo hace especial. Además del nivel de atención que genera. Por eso es especial. No le doy más importancia de la que realmente tiene. Los Juegos son la fiesta del deporte y que permite a los deportistas que no ocupan espacios habitualmente en los medios. Pero, al final, es una carrera de dos horas o un poco menos, como lo son todas. E incluso el nivel es, en ocasiones, más bajo que en una prueba de las Series Mundiales, pues solo pueden estar dos o tres representantes por país. Debo aprovechar esta oportunidad. En el mejor de los casos, puedo tener uno o dos Juegos Olímpicos todavía por delante, pero quién sabe… La ilusión la tengo. Voy a prepararlo a conciencia, lo mejor posible. Tokio 2020 es mi motivación.
— ¿Altera su planificación habitual el hecho de tener esa prueba tan señalada el 27 de julio?
— A nuestro favor está que el viaje a Japón lo hacemos cada año para el Mundial y la aclimatación es más fácil. Durante las Series es complicado llegar a una carrera al 100% y primas llegar en un estado alto de forma. Este año, en las cinco o seis semanas previas intentaremos no competir, y si las hay, tomárnoslas como un entrenamiento de calidad. A veces te centras en preparar una carrera y puedes desgastarte en exceso. Esta es una prueba especial y si no eres capaz de hilar fino la preparación, puedes llegar fundido. Vamos a intentar seguir la rutina de una carrera normal. Lo único diferente será evitar la competición, y con ella los riesgos de caída o lesión. No es una carrera más, pero no será tan diferente.
— El objetivo es claro: luchar por medalla. ¿Sueña con el oro?
— Está claro. La meta es estar para luchar e ir a por las medallas. Pero soy consciente del día que tienes tú y el que tienen el resto. Hay que aprovechar las circunstancias de carreras para estar delante. Después, no sabes lo que pasará ese día y cómo se adaptará tu cuerpo. ¿El oro en Tokio? Sería fantástico, claro. Pero también la plata o el bronce.
— ¿Le agobia la exigencia de estar en el podio hacia el triatlón y también de cara a su figura?
— La previsión o la lista de candidatos se cumple pocas veces. En Pekín Javi (Gómez Noya) tenía que ganar… Pero tenemos que valorar que se nos ponga a los españoles delante. Si no estuviéramos, sería porque nadie espera nada de nosotros. Y que haya estas expectativas, para mí supone una motivación añadida. Tenemos un equipo tremendamente competitivo y España lleva años demostrando que es una potencia. Nos falta ese oro olímpico para rematar el trabajo.
— ¿Qué referencias tienen del circuito olímpico, de la temperatura del agua, el calor, la humedad o el trazado en sí?
— Es un circuito de triatlón que no tiene, como en Río, un desnivel especial. Pero es más duro y exigente de lo que parece en televisión, con puntos de giro problemáticos si no estás bien colocado. Tenemos referencias, pero estaremos unos días antes conociéndolo en persona. Sobre la temperatura del agua, sabemos que estará caliente. También lo estaba en Cozumel, pero nadie entrena ni está preparado para eso. Será una carrera de adaptarse a las circunstancias, madrugando, con un calor y una humedad que se parecen a los de Mallorca, y eso nos puede beneficiar.
— ¿Contempla la posibilidad de doblar y competir con el relevo?
— Eso se decidirá después de las pruebas individuales. Hay unos días para recuperar, a diferencia de las Series Mundiales. Por eso no he participado hasta ahora, pues un día después de la carrera no tienes fuerzas para doblar. Pero es una posibilidad más de medalla y de competir en unos Juegos Olímpicos, hay que tenerlo presente.
— ¿Más allá de los próximos Juegos Olímpicos, se plantea otros retos u objetivos?
— A día de hoy no me he planteado nada. Ahora mismo, mi prioridad son los Juegos e intentar disputar el Mundial. Vamos a seguir compitiendo normalmente y peleando por el título. Desde marzo a junio haremos lo habitual y después nos centraremos en los Juegos. Más tarde, prepararemos el tramo decisivo y la Gran Final. Hasta aquí, lo tengo claro. ¿Más adelante? Veremos. Lo que me moverá será la motivación y mientras el cuerpo me lo permita, disputaré pruebas. El tiempo lo dirá. El nivel de compromiso de un Mundial es estar 250 días fuera de casa y llegará un momento en el que tendrás otras prioridades. Un año postolímpico te permite aflojar y probar otras cosas, pero no pienso en nada más.
— A punto de cumplir 30 años, ¿qué le ilusiona de aquí a la conclusión de su carrera deportiva?
— En el deporte, creo que he cumplido y superado mis expectativas. Es verdad que hay pruebas que no he podido hacer, y quién sabe, en un futuro se puede hacer algo diferente. Si tuviera que colgar las botas tras Tokio 2020, me iría con la tranquilidad de haber hecho mucho más de lo que imaginaba cuando empecé.
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Por tu afán de superación, por tu forma de competir, y por tu control sobre ti mismo, vas a traer a Mallorca y para España el ORO, seguro campeón de campeones, segurísimo que lo consigues, sabemos que no es nada facil, pero lo conseguirás, fuerza campeón