Claudia Colom en la playa de Ciutat Jardí. | Pilar Pellicer

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Ha sido una de las mejores gimnastas que la artística española ha conocido en los últimos años y un emblema de un club que la vió crecer y al que ayudó a ganarse el respeto de todo el país. Claudia Colom Martín (Palma, 1998) es del Coll den Rabassa. Como el Xelska, donde empezó con 3 años a practicar un deporte que ha sido su vida y espera «que lo sea mucho tiempo». Sus estudios de Magisterio de Educación Infantil, las lesiones y de rebote la pandemia hicieron que diera un giro radical a su vida. Tras 19 años como deportista, la excampeona de España individual (2016) e internacional absoluta ha dado un paso al costado y se ha volcado en su faceta como entrenadora de los más pequeños y pequeñas de la inagotable cantera del Coll.

Eso sí, seguirá enrolada en el Xelska, al que ya perteneció su madre y de cuya mano llegó. «Pedro (Mir) y Xedes (Rosselló) son como mis segundos padres», admite orgullosa de su trayectoria, a la que le faltó la guinda de ser olímpica. «Es lo que toda gimnasta quiere vivir. La espinita de no ir a Río me quedó ahí, pero me voy satisfecha de todo lo que he aprendido, conseguido y hecho. De las experiencias, los viajes y la gente que he conocido», asegura con una amplia sonrisa.

Despedida

No pudo tener mejor epílogo la carrera de Claudia, que cerró un 2020 que estiró, pese al parón y la incertidumbre de la COVID-19 «para intentar ganar la Liga Iberdrola». Ella fue quien cerró el concurso del Xelska en la final de la Primera División. Un último servicio para su club ejemplar y que valió un nuevo título, a sumar a los de campeonas de España por clubes conseguidos años atrás. «No pudo tener un mejor final... En casa, ante mi gente... Y ganando. Es algo que recordaré siempre», rememora emocionada Colom.

Más allá de nuestras fronteras, Claudia conoció la Bundesliga y la Serie A italiana, además de participar en tres Campeonatos del Mundo, dos Europeos absolutos y uno júnior, Copas del Mundo y los Juegos Europeos de Bakú 2015. Un historial que se adorna con sus títulos y podios nacionales por equipos con el Xelska y esa corona nacional de 2016, el año «en que mejor me encontré. Era mi momento. Por nivel competitivo, confianza, madurez, resultados... Me faltó la guinda de los Juegos, por unas décimas... Supe que podía estar en los Juegos Olímpicos», añade Colom, para quien «la gimnasia lo ha sido todo en mi vida. Lo que he luchado ha sido por y para la gimnasia», dice la ya exgimnasta.

Su retirada ha sido el final de un proceso lento y paulatino, «lo que hace más difícil que me pregunte ‘¿y ahora, qué?'». Explica Claudia que las lesiones «fueron lo más duro. En 2017 empezaron los problemas, no competía al 100%, y entre operaciones y recuperaciones (cadera) pasaron casi dos años. Pensé en hacer gimnasia para disfrutar. Además, empecé en la Universidad y opté por pensar en mi futuro», un porvenir en el que la gimnasia está muy presente.

«Cintia es todo un ejemplo»

Claudia Colom se deshace en elogios hacia sus compañeras y los entrenadores del Xelska. Y desea, especialmente, que tanto Cintia Rodríguez como Nicolau Mir puedan competir en los Juegos Olímpicos de Tokio. «Sería algo muy grande para un club como el nuestro. El premio a tantos años de trabajo», comenta la exgimnasta, que se alegra por la que ha sido su compañera los últimos años. «Cintia es todo un ejemplo y merece un premio así como colofón una carrera excepcional», asegura Colom.