Pocos deportistas en Baleares, pero también en España, pueden presumir de la hoja de servicios que adorna el currículo del único isleño que ha logrado ser campeón olímpico, mundial y europeo. Marcus Cooper Walz cierra un 2021 en el que ha logrado sellar el grueso de sus objetivos, además de obtener un cierre perfecto, coronándose de nuevo campeón mundial de K2 500 metros -junto a Rodrigo Germade- una distancia que se estrenará en los próximos Juegos como olímpica y que puede servirle de complemento a ese K4 que sigue motivándole y al que ayudó a firmar la histórica plata en Tokio, metal que culmina un largo y duro ciclo tras aquel oro de Río 2016 (K1 1000 metros) que le lanzó al estrellato y confirmó las expectativas generadas en torno al palista del Real Club Náutico de Portopetro, al que el año que se agota también brindó un oro en la Copa del Mundo de K4 500 previa a los que fueron sus segundos Juegos, en los que completó su pleno del podios en otras tantas participaciones. Algo que ningún deportista balear ha logrado hasta el momento, y que con un oro y una plata le coloca a un metal de los tres de Rudy Fernández, aunque todavía lejos de los cuatro de Joan Llaneras.
La infalibilidad de Marcus Walz se refleja en un dato contundente: desde 2014, siempre ha logrado subir al podio en Mundiales, Europeos o Juegos Olímpicos, acumulando una docena de preseas en esos grandes, eventos absolutos, a los que cabe unir las medallas en Copas del Mundo y sus títulos y metales en su etapa júnior y Sub 23. «Desde entonces, siempre he vuelto con algo, es increíble la verdad...», refiere Marcus, primer campeón mundial de piragüismo balear y, junto a Sete Benavides, poseedor del mejor historial en esta especialidad.
Diez años
Una década lleva en lo más alto Marcus, que con el K4 1000 júnior estrenaba su colección de títulos mundiales en 2011, dándole continuidad en 2014 en esa misma distancia y prueba, en el año que en el que consiguió su primer gran éxito sénior, con el bronce en el Mundial de Moscú, en K1 500 metros.
Ahí destapó el corcho Walz, que en 2015 firmaba la plata en K2 500 en el Mundial de Milán, antesala de su eclosión definitiva: Río 2016. Llegó en silencio y regresó con el oro olímpico al cuello. «Esa es la que me viene enseguida a la cabeza... Aquella tarde en el clasificatorio, con la reasignación... Y me cambió la vida, es así, socialmente y en mi manera de pensar y confiar en mí mismo. Ver que los resultados salen», comenta Walz, quien destaca de aquella preparación para su debut en unos Juegos que buscaba «la perfección, las 24 horas del día. Así me di cuenta de que el resultado es equivalente al esfuerzo».
K4 500
La presión no le pudo y ratificó su evolución en un 2017 brillante, en el que se coronó campeón mundial de K2 500 -de nuevo con Germade- y Europeo de K4 1000, además de hacer suya la plata en K4 500 en el Campeonato de Europa.
El gran reto olímpico rumbo a Tokio era el potente K4 500 metros español, liderado por Saúl Craviotto y dirigido por Miguel García desde Trasona (Asturias), y que buscaba destronar a Alemania, convirtiéndose en su pesadilla durante el camino hacia los Juegos, que dejó los títulos europeos de K4 500 de 2017 y 2018 y los subcampeonatos mundiales de 2017, 2018 y 2019, junto al segundo puesto europeo de K2 500, culminados con esa plata olímpica de Tokio que «era el objetivo claro, hacer la mejor regata. Y lo logramos. Sabíamos a lo que podíamos aspirar y salimos a ganar. Pero esa plata la valoramos», asegura, con 27 años y el punto de mira ya en 2024 y en la opción de poder doblar en K4 y K2 500 metros.
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