Tuni se lesionó en un mal gesto y tuvo que salir del campo ayudado por sus compañeros. Las pruebas confirmaron después los peores pronósticos. | Monserrat - FOTO MONSERRAT

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Tuni ya ha despedido la temporada. Veinticuatro horas después de celebrar públicamente que estaba recuperado de una pubalgia que le había tenido dos meses y medio en el dique seco, el centrocampista del Mallorca recibió ayer la peor noticia de su carrera futbolística. El solleric, que se ejercitaba en Son Bibiloni con la ilusión de reaparecer el domingo frente al Atlético, realizó un mal gesto durante la sesión que le tendrá muchos meses apartado de los terrenos de juego. Su rodilla izquierda crujió y, con todas las alarmas encendidas, tuvo que abandonar el campo de entrenamiento entre muescas de dolor y ayudado por sus compañeros. En un primer momento, la inflamación impedía que se le practicaran las exploraciones necesarias para conocer el alcance de la lesión, aunque horas más tarde se confirmaron los pronósticos más pesimistas. El jugador tiene roto el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y deberá pasar por el quirófano la semana que viene. Los servicios médicos del club aún no han establecido ningún plazo de reaparición concreto, pero lo que está claro es que la recuperación será larga y que no volverá hasta el curso que viene.
Tuni tiene a la suerte de espaldas y el calvario que había padecido en los últimos tiempos se extenderá sin remedio durante muchos meses. Después de cuajar una gran temporada en Segunda con el Hércules, el mallorquín volvió a incrustarse en verano en la última versión del proyecto bermellón y firmó un gran inicio de temporada. Destapó la Liga como titular (participó de inicio en cinco de las seis primeras jornadas) y como goleador, pero a mediados de octubre unas molestias en los isquiotibiales le mandaron por primera vez a la grada (se perdió la cita en Palma contra el Getafe) y le cedió su sitio en el once al Chori Castro. Desde entonces, su protagonismo había sido más bien escaso. Además, poco después empezó a sufrir molestias en el pubis y a principios de enero, en un partido de Copa ante el Rayo, volvió a salir del equipo por una elongación. Cuando ya parecía recuperado, se acentuó de nuevo la pubalgia y hasta hace un par de semanas no pudo volver al trabajo con el resto del grupo.
«Ha sido una lesión bastante dura. Lo he pasado mal y ya tengo ganas de volver», explicaba el martes ilusionado. Sin embargo, el fútbol volvía a negarle ayer esa oportunidad y tendrá que seguir esperando casi medio año para reivindicarse en el césped.
La lesión más temida
Desgraciadamente, la lesión que va a atajar la progresión del centrocampista balear es una de las más temidas por los deportistas de elite y cuenta con numerosos precedentes en el fútbol español. Uno de los más cercanos es el del madridista Pepe, pero antes del portugués ya pasaron por ese trance Maxi Rodríguez, Valerón, Pires o Nihat. Casi todos ellos necesitaron cerca de seis meses para ponerse de nuevo al servicio de sus equipos, pero tampoco les impidió rendir después al máximo nivel. En ese sentido, conviene destacar que los ligamentos cruzados son cada una de las dos cuerdas que unen el hueso del fémur con el hueso de la tibia, en la profundidad de la articulación. El anterior, el mismo que ayer provocó las lágrimas de Tuni, comienza en la parte trasera del fémur y acaba en la parte delantera de la tibia.