El delantero mallorquinista Víctor Casadesús, que volvía anoche al once titular, cabecea el balón de espaldas a la portería ante la salida de Diego López, guardameta del Villarreal.

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Villarreal Villarreal 2

R.C.D. Mallorca Mallorca 0

Primera División | Jornada 5 | 20/09/2011 22:00 | Final

Se puede mirar hacia otro sitio, pero El Madrigal no hizo otra cosa que dejar al descubierto las lagunas y limitaciones de un equipo predestinado al sufrimiento. Ante un adversario que todavía no se maneja a la velocidad que se espera, el Mallorca acabó evidenciando su falta de recursos. Dio un paso al frente el equipo de Laudrup en algunas asignaturas, incluso ejerció cierto dominio sobre el Villarreal, pero ahora mismo es un equipo sin dinamita y con notables problemas para inventar cosas. Ante eso, es prácticamente imposible obtener dividendos. Es más, cualquier adversidad acaba convertida en una montaña inexpugnable.

El reciente naufragio ante el Málaga tuvo anoche serias repercusiones en la alineación bermellona, modificada en todas sus líneas, Aparecieron Cendrós, Aki y Víctor Casadesús y desaparecieron Zuiverloon, Alfaro y Hemed. Además del cambio de cromos, Laudrup entregó el mando del equipo a Pina y Tejera (probablemente lo mejor del cuadro rojo) y acomodó en las alas a Nsue y Aki.

El Mallorca obtuvo más control, pero apenas profundizó. Víctor, la referencia ofensiva del equipo, pasó totalmente desapercibido. Buscó espacios y asociaciones, pero el balón nunca llegó. Su soledad delata la falta de veneno del Mallorca y también su condena a la derrota.

Un desajuste defensivo (Chico Flores abandonó su zona y Cendrós se vió desbordado) acabó cargando de plomo la mochila del Mallorca. Rossi olió la sangre y en la segunda acción en la que intervinó mandó el balón al fondo de la portería. Sin haber expuesto prácticamente nada, el Villarreal adquiría renta en el marcador. Pese a la dureza del golpe, el Mallorca acabó asomando la cabeza. Tuvo la pelota y miró al frente. De hecho, la batalla entre los centrocampistas de ambos bandos fue el factor de mayor equilibrio y la tabla sobre la que agarró el Mallorca para subsistir. Eso sí, la posesión balear apenas se tradujo en ocasiones. La acción de ataque más relevante llegó a la media hora de partido y fue fruto de la desesperación de Tejera, que intentó un remate kilométrico. Cáceres recurrió a la misma fórmula en la recta final del primer acto, pero el balón no encontró destino. El rival apenas intimidaba, pero administraba un aval extraordinario: el gol de Rossi.

El inicio de la segunda parte resultó desastrosa para el Mallorca. Un pase profundo de Borja acabó destrozando la cintura de Iván Ramis, impotente ante la ventaja que había adquirido Nilmar. Fue el 2-0. El final anticipado del cuarto episodio de la Liga. Laudrup tiró de Castro y Alfaro y, esta vez sí, su equipo se mostró algo más vertical. En comparación con las secuencias anteriores, hubo llegadas, pero no hubo rematadores. Tejera, Nsue, Castro y el propio Víctor acariciaron el gol, pero todo se quedó a medias. El Mallorca hacía ruído, pero el epílogo estaba decidido.