Imagen del presidente del Real Mallorca, Andy Kohlberg, durante la visita al Grup Serra para atender a las preguntas de Ultima Hora. | Jaume Morey

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Transmite serenidad y calma. Es hombre de pocas palabras, pero tiene un discurso claro y directo. Dejó el tenis profesional (llegó a ocupar el puesto número 26 en el ranking mundial de dobles) para triunfar en los negocios y a sus 63 años recién cumplidos Andy Kohlberg (Nueva York, 1959) dirige el club desde la posición de presidente del Real Mallorca. Su vida transcurre entre San Diego y Palma, donde cada vez pasa más tiempo desde que adquirió un ático frente a la Plaza de las Tortugas. Reconoce que la experiencia en el club balear desde su llegada en enero de 2016 es «más difícil» de lo que esperaba por las continuas subidas y bajadas del equipo. Con el curso 2022-23 recién destapado, Andy Kohlberg visitó Ultima Hora para dejar claro que el proyecto americano que encabeza junto a Robert Sarver es a largo plazo y no tiene fecha de caducidad.

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—Llegaron a la Isla en enero de 2016. Seis años y medio después ¿qué sentimiento tiene usted hacia el club?
—Obviamente mi sentimiento hacia el Mallorca ha crecido y sigue creciendo día a día. Lógicamente no entraba dentro de nuestros planes subir y bajar de categoría todos los años, pero desde el cambio en la dirección del club y en la infraestructura interna, la situación ha cambiado. Ahora tenemos un gran equipo de profesionales que manejan muy bien el club como Alfonso Díaz, Pablo Ortells, Albert Salas, etcétera. El club está ahora más solido que cuando llegamos y es uno de los mejores de España a nivel organizativo. Cuanto más tiempo paso en Mallorca más cómodo estoy y esa implicación se refleja en el club. Paso todo el tiempo que puedo en la Isla y cada vez que regresamos a Estados Unidos mi mujer llora de pena. Estoy enamorado de Mallorca.

—Su grupo ha acabado con un reclamo histórico como era la eliminación de las pistas de atletismo del estadio de Son Moix.
—Los cambios en el estadio supondrán un giro radical a nivel visual. Siempre intentamos guardar y proteger la cultura, las tradiciones y la historia del club y al mismo tiempo modernizarlo, pero nunca olvidamos lo que significa el club para los mallorquinistas. Eso siempre lo tenemos en mente. Nos fijamos en diferentes estadios para ver qué podíamos hacer en Son Moix y en qué podíamos mejorar. Nuestra idea es tener el mejor club de España en cuanto a infraestructura. Quitar la pista y tener los jugadores más cerca es un cambio psicológico, no solo para los hinchas sino también para los jugadores. Crea una sensación de cercanía y cambia la atmósfera.

—¿Cuáles son sus sensaciones de cara al equipo para esta temporada?
—Muy buenas. Se que en los últimos años nuestra trayectoria ha sido como una montaña rusa pero las sensaciones es que iremos hacia arriba. Hemos mejorado Son Bibiloni, estamos en plena reforma de Son Moix y todo tiene buena pinta. Las cosas no se pueden cambiar de la noche a la mañana, pero poco a poco se ven reflejados los cambios que queremos.

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—¿Habrá un antes y un después de la reforma de Son Moix en la historia del Mallorca?
—Nuestra intención pasa por crecer día a día, pero al mismo tiempo manteniendo y respetando la historia de este club. Queremos modernizar el Mallorca sin perder la esencia de la entidad. A nosotros, como club, nos va a ayudar a crecer. Queremos abrir el estadio para que ocurran cosas durante 365 días y que la gente interactúe con la entidad. En la segunda fase tenemos previsto inyectar más vida en el estadio, con un restaurante con vistas al césped por un lado y a la Tramuntana por el otro.

—Antes de su llegada las guerras internas eran frecuentes en el club y siempre aparecían posibles compradores. ¿Han recibido alguna oferta de compra durante estos 6 años?
—Los clubes de fútbol tienen mucha demanda hoy en día y supongo que alguien se habrá interesado, pero directamente nadie se ha dirigido a nosotros. Llevamos invertidos unos 50 millones de euros y no tenemos ningún interés en vender el club porque nuestro proyecto es a largo plazo. En los Phoenix Suns llevamos casi 20 años y esta es nuestra filosofía. Allí no empezamos con una fecha de caducidad y aquí tampoco. Tengo otro negocio que inicie en los años 90.

—¿Su experiencia en el club es más fácil o más difícil de lo que esperaba?
—Es un poco difícil de responder porque cada año hemos estado en una categoría diferente... No era lo que teníamos previsto y por ese motivo ha sido más difícil. Pensábamos que íbamos a tardar uno o dos años en volver a Primera y después estabilizar la situación. Al margen del aspecto deportivo es más o menos lo que preveíamos gracias a la experiencia adquirida en los Phoenix Suns, donde tenemos un gran equipo directivo y deportivo. Sea en Phoenix, en mis negocios o en el Mallorca, lo que importa es rodearte de un gran equipo humano de trabajo.

—También parece que está cercano el acuerdo en el caso Lluís Sitjar.
—Es un tema que llevaba décadas estancado. Hemos tenido muchísimas reuniones con todos los políticos de la ciudad, con los copropietarios... Es una oportunidad única porque es la primera oferta real que está encima de la mesa. Con esta propuesta gana la ciudad y los copropietarios. Hemos realizado mucho esfuerzo y tiempo y al final parece que se puede llegar a un acuerdo. El dinero servirá para pagar parte de la reforma de Son Moix. En los 20 años que llevamos en los Suns nunca hemos sacado ni un dólar, siempre hemos puesto.

—Se ha implicado mucho en el Mallorca, ¿entendería su vida sin este club?
—Me encanta el Mallorca y quiero ser parte del futuro de este club. Tengo mis propios negocios en Estados Unidos, pero paso aquí todo el tiempo que puedo. Es un reto bastante grande y, al mismo tiempo, una buena oportunidad dirigir una entidad como el Real Mallorca. Conozco la ciudad y la gente y no hay ninguna razón por la que no pueda seguir como presidente del Mallorca.