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Imanol miraba al terreno de juego y tenía a Merino, Brais, Silva, Oyarzabal, Zubimendi o Carlos. Se giraba y a su espalda se encontraba con Illarra, Take, Sorloth. Un talento descomunal para escoger. En cambio Javier Aguirre, con Vedat Muriqi en la grada y Kang In Lee como único elemento diferencial sobre el césped, tuvo que recurrir a Abdón Prats y Amath Ndiaye en el descanso para reactivar a un Mallorca que a los tres minutos ya perdía y Rajkovic ya tenía una parada salvadora en su hoja de servicios...

La Real Sociedad y el Mallorca comparten el mismo escenario, pero conviven en mundos antagónicos. Mientras el conjunto donostiarra se codea con la nobleza -ocupa plaza de Champions y sigue vivo en la Europa League- y puede permitirse el lujo de rotar a futbolistas de un nivel extraordinario, el grupo balear se pasó toda la semana encomendándose a todos los santos para que la baja de Muriqi no se notara en exceso. Sumó su primer punto sin el kosovar, aunque el mérito no fue de su sustituto natural (Kadewere no tuvo su mejor día, fue sustituido al descanso y acabó en observación tras un golpe de calor) y hay que repartirlo entre Aguirre por sus movimientos tácticos y la chispa de Kang. El coreano, que arrastra una legión de seguidores de su país, se cargó el equipo a sus espaldas para sellar el empate y firmar las mejores acciones de una matinal con acento asiático. Y es que Kang se fue ovacionado un minutos después de que Son Moix agradeciera a Kubo los servicios prestados cuando pisó el césped en sustitución de Silva. Lo del canario merece un capítulo aparte. Pura clase al servicio del colectivo.