Imagen del estadio de Son Moix, poco antes del último de Liga en casa contra el Celta. | Francisco Ubilla

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Han pasado dos años desde la última ronda de la Copa que se sirvió en Son Moix y ahora, con el estadio reformado y en su momento más esplendoroso, toca volver a ilusionarse. Sostenido en la zona media-baja de la Liga y todavía sin mucho peso en la mochila, el Real Mallorca dispone de una nueva licencia para ilusionarse con esa competición paralela en la que ha firmado algunos de los mejores momentos de su vida. El equipo de Javier Aguirre recibe a un Girona disfrazado de ogro con las quintas semifinales de su historia a solo noventa minutos de distancia y la final a tres pasos. Seguro que vale la pena intentarlo (Son Moix, Movistar+, 19.30 horas).

Aguirre mantiene boca abajo sus cartas pero puede permitirse ir con todo a por el próximo brindis. Al margen de Pablo Maffeo, el único nombre que figura en el parte de bajas, tiene a todo su ejército a punto y a casi todos los futbolistas rodados. Y los que no lo están, como en el caso del recién recuperado Vedat Muriqi —Valjent y Jaume Costa también volvieron en Villarreal—, necesitan más rodaje que combustible. Tiene donde elegir el mexicano, que asegura haber economizado de manera correcta las cargas durante la tormenta de partidos de este principio de año. Esta vez le tocará repartir el peso del once sin perder de vista la Liga, donde se ha hecho con un pequeño colchón y no vuelve a competir hasta el fin de semana, ahora sin viajes de por medio.

Si todo sigue su curso, Dominik Greif debería ser fijo bajo el larguero. El eslovaco tiene en la Copa su pequeño jardín y Aguirre, pese a que no pudo confirmar en la antesala del partido que mantendría el puesto, siempre lo ha respetado. A partir de ahí, hay un montón de combinaciones posibles y algunas no se despejarán hasta el último momento. En cualquier caso, afirma el entrenador que el colmillo está asegurado. El vestuario, como la afición, tiene ganas de seguir llenando la Copa.

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A falta de buenos registros en ataque, el Mallorca va ensanchando poco a poco la muralla con la que se protege y cuando activa el modo Copa luce su mejor armadura. Aún no ha encajado ningún gol en el torneo y aunque es verdad que ha jugado siempre contra rivales de inferior categoría (Boiro, Valle de Egüés, Burgos y Tenerife), también lo es que solo hay otro equipo de los que continúan con vida, la Real Sociedad, que iguale sus datos defensivos en la competición. Hoy la cosa cambia. El Girona está desatado y presume de una figura imponente. Es el conjunto con más munición de todo el fútbol español (51 goles a favor en la Liga, 12 en la Copa) y dispone, entre otras muchas cosas, del máximo goleador, el ucraniano Artem Dovbyk   (14 dianas) que podría ver el inicio de la eliminatoria desde el banco.

De los 25 partidos oficiales que ha jugado el Girona esta temporada solo se ha quedado sin marcar en dos. Por no hablar de que ha ganado 20 de los 25 partidos que ha protagonizado o de que solo ha perdido uno en toda la temporada: contra el Real Madrid, en su feudo de Montilivi y en septiembre. En la Copa, que es lo que en estos momentos le ocupa, ha sacado del camino a San Roque de Lepe (1-2), Orihuela (2-5), Elche (0-2) y Rayo Vallecano (3-1) y fantasea con llegar por primera vez a la estación que conduce a la final.

En su caso sí parecen cantadas las rotaciones y en Son Moix apuntan al once tipos como Juan Carlos Martín, Arnau Martínez, Jhon Solís, Pablo Torre, Valery Fernández o Christian Stuani. Incluso Aleix García, ausente contra el Sevilla por sanción.

Míchel ha desplazado a Mallorca a 23 jugadores entre los que se colaba en el último momento Eric García, aún tocado, por las ausencias de David López y Juanpe Ramírez. El húngaro Antal Yaakobishvili podría estrenarse como titular.