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Para perder una final de Copa hay que jugarla. No la perdió la Real Sociedad, por ejemplo, porque el Mallorca le eliminó en semifinales. Tampoco estuvo ni el Madrid, ni el Barça, ni el Atlético. No sirve de consuelo, no es ahora un calmante válido porque la herida todavía está abierta y quedará siempre un poso de rabia por lo que pudo haber sido y no fue. Por morir en la orilla como suele decirse en estos casos. Tampoco sirve eso de que el fútbol siempre da una segunda oportunidad porque ésta nunca sabes cuándo llega. No se puede elegir el momento ni las circunstancias. Se cumplen 21 años de la final de Elche. Ahora tal vez tengan que pasar 21 más o no, quién sabe. Esa incertidumbre de no tener claro si habrá o no otra oportunidad siempre corroe a los seguidores de los equipos de la clase media. Barcelona, Madrid, Atlético y seguramente el Athletic Club llegarán mucho antes, pero el Mallorca previsiblemente tendrá que esperar más. Este tipo de finales tiene siempre algo de moneda al aire y en la madrugada del domingo salió cruz.

No hay consuelo para los mallorquinistas. Lo que no sé es si habrá o no perdón para Aguirre. No lo tengo claro. El hecho de dejar a Abdón sin minutos, de no avanzar antes su entrada, de prescindir por ejemplo de Larin y de apurar al máximo para que fuera el revulsivo final, ahora tampoco es un consuelo para la hinchada. No lo es. El jugador de Artà ha sido el máximo goleador de la Copa y de la competición junto a Villalibre y Anastasios Douvikas. Prats fue titular en todos los partido de Copa, menos en la final. La que debía ser su final. La de todos los mallorquinistas. Porque como dijo Sergi Darder, el delantero tiene un don especial en este tipo de encuentros. Tal vez el tiempo lo cure porque es ese juez inapelable que lo todo lo puede, pero va a ser difícil por que es muy difícil de asumir. Abdón se quedó sin final. Sin pisar el césped. Seguramente desde el punto de vista técnico hay mil razones para tumbar cualquier reflexión emotiva como esta. Pero ni Aguirre ni ningún entrenador me hará cambiar de opinión. Abdón debió jugar. Le robaron su final.

Ahora resta lo más complicado. Centrarse otra vez en la Liga. Apuntarse de nuevo a la rutina de los partidos de ida y vuelta. El primero, el Real Madrid el sábado y después dos salidas seguidas, Sevilla y Cádiz. Afortunadamente los equipos de abajo no se enganchan, hay que esperar sobre todo que el tercero por la cola tampoco lo haga. Mientras siga haciendo el acordeón todo irá bien, pero convendría recuperar sensaciones, valorar la Primera y seguir disfrutando del privilegio de la máxima categoría.

La renovación de Aguirre no debería alargarse más de la cuenta. O interesa o no, pero es el club quien tiene que manejar la situación, no el entrenador ni su representante. Si interesa interesa ahora y en junio. Y punto. El Mallorca ya sabe qué puede dar el entrenador mexicano. Futbolísticamente ofrece lo que ofrece y es al Mallorca a quien le toca ahora tomar la decisión de mantener este perfil de técnico o intentar dar un paso adelante en lo futbolístico. Si la apuesta sigue siendo el mexicano, hay que replantear los fichajes que van a llegar y hacer efectiva varias salidas importantes. Hay que valorar también si conviene tener o no a un entrenador que no parece tener una clara apuesta por la cantera. Porque tarde o temprano el Mallorca tendrá que subir a alguna de sus promesas y darles minutos para una futura venta. ¿Es Aguirre este perfil de entrenador para llevara a cabo esta misión? ¿Hay en la cantera futuros valores para tratar de ponerlos en el mercado y que esto permita mejorar la economía del club? Andy Kohlberg debería reflexionar y una vez que ha dado confianza a Ortells hay que decidir quién interesa que guíe los destinos del primer equipo. Porque lo peor en el fútbol siempre es dejarse llevar por las emociones y no valorar con frialdad cuándo una etapa ha tocado a su fin.