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Tres semanas después de disputar la final de Copa, el Mallorca se jugará toda la temporada el domingo en Cádiz. Una porción notable de la permanencia pasará por el partido en el Nuevo Mirandilla, una final por la permanencia que el mallorquinismo observa entre el miedo y la ilusión. La derrota metería al equipo de Aguirre de lleno en el barro con un margen de apenas tres puntos –y el golaverage perdido– a falta de cinco capítulos para cerrar el libro. No perder mantendría las distancias.

Las áreas volvieron a condenar a un Mallorca que rubricó una de las mejores primeras partes a domicilio de la temporada. Atrás se mostraban sólidos y arriba Radonjic era el desequilibrio en estado puro.

La entrada de Suso tumbó el campo, aunque antes de la reacción del Sevilla Radonjic estrelló un balón en la madera. Después, en un balón a la espalda mal despejado por Copete y en una transición, los de Quique sentenciaron. En Cádiz está la salvación en juego. Quizás habrá que proponer algo más...