La temporada amaneció con el culebrón Sergi Darder. Después de varias semanas de negociaciones, por fin el Mallorca alcanzó un acuerdo, previo pago de 10 millones de euros (8 fijos más 2 en variables) que le convertían en el fichaje más caro en la historia de la entidad. También en verano había logrado firmar al canadiente Cyle Larin por una cantidad cercana a los 8 millones de euros. Con esas dos incorporaciones, rubricadas gracias a la venta del coreano Kang In Lee al París Saint Germain, se confirmaba la apuesta del Mallorca por dar un paso hacia adelante y mejorar la novena plaza del curso anterior.
A mediados de agosto, en el estadio de Gran Canaria, el nuevo proyecto comenzaba a rodar con un empate fabricado por Darder. El 'artanenc' pasó de su anuncio al césped con apenas un entrenamiento, pero su calidad en el saque de un córner propició el tanto de Antonio Raíllo y el primer punto del torneo.
En la segunda jornada llegó el primer contratiempo serio del campeonato con la lesión precisamente del capitán Raíllo. Una lesión en el ligamento del tobillo izquierdo le alejaba prácticamente tres meses de los terrenos de juego. A la baja del central, un hombre fundamental en el esquema de Aguirre, se unieron los problemas de adaptación de Larin y Darder, las dos apuestas fuertes de la entidad. El técnico mexicano intentó meter al 'artanenc' con calzador, pero el experimento no funcionaba y el equipo lo acusaba en forma de resultados y falta de confianza. Solo ganó un partido (0-1 en Vigo) en los cuatro primeros meses de competición y hasta el 9 de diciembre no llegó el primer triunfo de la temporada en casa (1-0 ante el Sevilla).
Mientras trataba de encontrar su sitio en la Liga, el Mallorca iba apartando rivales de tercera fila en la Copa como el Boiro (0-4) o el Valle de Egüés (0-3) donde el nombre de Abdón Prats comenzaba a adquirir importancia. Curiosamente, el Mallorca recuperaba a Antonio Raíllo para la causa y perdía a Vedat Muriqi, que sufrió una lesión en un partido con la selección de Kosovo que le alejó dos meses y medio de la competición y le hizo perder la forma.
Después de dejar en la cuneta copera a Burgos y Tenerife, se plantó en cuartos de final con el Girona, que en esos momentos peleaba junto al Real Madrid en el liderato de la Liga, como rival. Aquel 24 de enero Son Moix vivió una de sus noches mágicas. Desarboló al conjunto de Míchel con un fútbol vertical y ambicioso que se saldó con un 3-0 al descanso en la mejor primera parte en mucho tiempo. La expulsión de Raíllo por protestar complicó el duelo, pero el Mallorca pasó a semifinales (3-2) y encendió la mecha de la ilusión entre la hinchada.
Absorbido por la Copa, el equipo se centró en la eliminatoria ante la Real Sociedad. Sadiq falló lo imperdonable en la Isla y el grupo bermellón se presentó en San Sebastián con un 0-0 que invitaba al optimismo. En el Reale Arena surgió la figura de Dominik Greif, que le detuvo un penalti a Brais en el partido y otro a Oyarzabal en la tanda de penaltis, que abrió de par en par las puertas de la final del 6 de abril en Sevilla.
El Mallorca cumplió en Liga con dos triunfos por la mínima ante Girona y Granada que mantenían la distancia con el descenso hasta que llegara la gran cita de La Cartuja.
Con 20.000 mallorquinistas en las gradas y un ambiente de las mejores épocas, el Mallorca se adelantó en la final gracias a un gol de Dani Rodríguez. Empató Sancet y el destino del campeón se resolvió en los penaltis. En esta ocasión la moneda salió cruz (fallaron Morlanes y Radonjic) y el Mallorca se quedó con la miel en los labios. En el postpartido la atención se centró en Abdón Prats, que no disputó ni un solo minuto en la gran final.
El mallorquinismo acusó el golpe y el ambiente se enrareció. Comenzaron a salir los rumores en torno a la no continuidad de Javier Aguirre. El equipo, además, jugaba con fuego porque era incapaz de ganar y de alejarse del pozo. Un empate en Pamplona y otro en casa ante el Almería -con los primeros goles de Darder- sellaron una salvación agónica y el fin de la era Aguirre. Jagoba Arrasate dirigirá ahora los destinos de un Mallorca que en enero disputará la Supercopa de España en Arabia Saudí.
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